Tiene muchas miradas y formas de disfrute la exposición que este jueves abre sus puertas en el Museo Barjola. Juan M. Moro, artista ... cántabro de amplia trayectoria, Premio Nacional de Grabado, evoca a Goya y reedita sus célebres 'Caprichos' con una mira contemporánea abierta a la crítica social y también a los homenajes a la propia historia del arte.
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Este creador ha decidido en los últimos años aunar dos oficios que son también pasiones: el de ensayista y el de artista. Y de la mano ha ido creando libros que ponen palabras certeras a la belleza con la que se adornan, que son una suerte de libros de artista. Así han nacido ya tres obras, una recién editada, y una cuarta en camino. La segunda es la que está en el origen de 'Los secretos de Mannekind', que ahora por vez primera se hace exposición en Gijón y cuyas primeras imágenes adelantaba ayer EL COMERCIO.
El mannekind es un maniquí vinculado con la historia de arte, es un modelo para los artistas y con él juega Juan M. Moro para componer estampas que son evocadoras, divertidas, reveladoras, que conducen a muchos lugares, a la crítica política, a la religión, a todos los rincones de la vida misma a través de una veintena de capítulos. Moro, sirviéndose de todo aquello que halla en su casa, de un hacha, a un violín, un piano, una máquina de escribir, una pecera o su propio retrete -adviértase aquí la alusión a Marcel Duchamp- va colocando los maniquíes y fotografiándolos, poniendo el negro profundo como trasfondo de todas ellas en aras del dramatismo y jugando a hacer pensar al espectador con pequeños relatos que desde una estética muy cercana al grabado dibujan terroristas, crucifixiones, lapidaciones, nacimientos o incluso alguna delicada pasión de Cristo. «La elección del papel es muy importante y tiene que tener una recepción del negro denso y profundo», señala el creador.
Para Moro la mirada de quien observa su obra puede ser reflexiva o simplemente puede dejarse embelesar por la armonía visual de la estampa, por el juego y el detalle de la composición. Es versátil y múltiple la propuesta que se ha instalado en la primera planta del Museo Barjola de Gijón y que aspira a rular por otros espacios. Son ochenta las estampas: «No hay por qué pararse en todas, ni entenderlas todas», afirma el artista. Que cada uno transite su viaje como mejor le venga y convenga«, invita.
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