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M. F. ANTUÑA
OVIEDO.
Miércoles, 12 de mayo 2021, 01:43
Un buen día del septiembre pasado, una mujer se comunicaba con el Museo de Bellas Artes de Asturias y pedía hablar con su director. Alfonso Palacio la atendía y descubría no sin cierto asombro que en una casa de la calle Uría, en pleno ... centro de Oviedo, se conservaba en muy buen estado una sobresaliente colección artística. Esa mujer era María Luisa Corrada, viuda del IX conde de Villagonzalo, Juan Andrés Maldonado y Chávarri, una asturiana del concejo de Amieva, que varias reuniones después en Oviedo y en Madrid, ha decidido entregar en depósito indefinido a la pinacoteca asturiana 34 obras de arte de gran valor, incluido un dibujo de Goya que está considerado entre sus mejores trabajos con esa técnica y que además había permanecido desaparecido desde 1936.
Las obras donadas permiten al museo hacerse con piezas de quince autores internacionales hasta ahora inéditos en sus salas y sus almacenes, y significa una proyección internacional notable, un salto cualitativo en lo atesorado que crece y sobre todo se enriquece, de manera muy especial en lo que respecta a la pintura del siglo XVIII. Hay entre las obras cedidas representación de las escuelas española, francesa, italiana, flamenca, austriaca, alemana y holandesa y firmas tan notables como las de Massimo Stanzione, Peter Snayers, Pierre Mignard, Angelo Maria Crivelli, Giovanni Battista Pittoni, Johann Georg Platzer, Louis Michel van Loo, Jacques-Philippe Caresme, Giovanni Battista Lampi, Ernest Hébert... Todos los citados llegan por vez primera al museo, mientras que ya están Mariano Salvador Maella, Vicente López, Ramón Bayeu, Federico de Madrazo y Carlos de Haes. Y, por supuesto, Francisco de Goya, presente como pintor y como grabador y ahora como dibujante, con esa pieza, 'Maja y Celestina en un paisaje de atardecer', tan delicada y destacada en la producción del genio aragonés que la conservadora del Museo del Prado Manuela Mena la califica como «una pintura a la grisalla».
Pero más allá del Goya, el resto de piezas -considera Palacio- son de una calidad y un nivel tan alto que podrían estar en un cualquier gran museo del mundo. El asturiano se hace, pues, más grande, al tiempo que se queda pequeño. Con la exposición de la colección Arango, las 22 obras que no estaban en el discurso permanente han de encontrar ya ubicación en él. Y habrá de ocurrir lo mismo con las recién llegadas a Oviedo. De las 34 obras depositadas, 23 formarán parte de una exposición que se inaugurará el 24 de junio para quedarse hasta el 26 de septiembre bajo el título 'Gusto y tradición. 23 obras de la colección del IX Conde de Villagonzalo y de doña María Luisa Corrada', que incluirá la edición de un catálogo con fichas de todas las obras realizadas por grandes expertos nacionales. A su finalización, tal y como avanzó Palacio, habrá que plantearse una reordenación de toda la exposición permanente para hacerles hueco a buena parte de ellas. «Va a haber un cambio a mejor. Para la primavera tendremos un nuevo y mejor museo», apuntó su director, que llegó a decir que las obras recibidas lo sitúan en otra liga. «Nos va a proyectar como institución».
Se verán a buen seguro en la muestra obras como 'Las cuatro estaciones' formando un biombo de Maella, de 1805, que puede dialogar con la serie que está en poder del Museo del Prado, o los retratos de Luis-Michel van Loo de María Teresa de Borbón y María Antonia Fernández de Borbón, sin olvidar el autorretrato de Federico de Madrazo y su dibujo del 'Zampognaro'. Un anónimo francés del XVIII -cuya autoría ya se investiga-, una visión de San Antonio de Padua de Ramón Bayeu o una acuarela de 1780 firmada por el parisino Jacques-Philippe Caresme son otras de las obras destacadas, óleos en su mayoría.
Para esa exposición de junio viajará a Oviedo María Luisa Corrada que ayer, desde Madrid, donde tiene su residencia, enviaba un escrito para ser leído en la presentación del depósito. Señala en él que su gesto pretende ser un homenaje a la memoria de su marido, «quien dedicó un gran esfuerzo a la custodia y conservación del patrimonio artístico familiar». Sus antepasados, como recordaba su viuda, reunieron desde finales del siglo XIX hasta principios del XX, una colección que abarca obras del XV al XIX. Fue concretamente en la década de 1860 cuando Mariano Miguel Maldonado y Dávalos, el séptimo conde y abuelo de Juan Andrés, inició la colección, que bebió de la de su padrastro, el conde de la Unión. Recordaba María Luisa que no fue fácil a lo largo de los años salvaguardar las obras, que como apuntaba y confirmaba Palacio, se encuentran en magnífico estado de conservación. «Como asturiana que soy, de Santoveña (Amieva), supone para mí una enorme satisfacción que estos cuadros, que muy pocas veces antes fueron expuestos en público, puedan ser contemplados desde ahora en este fantástico marco que es el Museo de Bellas Artes de Asturias, al que profeso tanto cariño».
Ese es otro de los grandes alicientes de este depósito, que la mayoría de estas obras no han podido ser vistas con anterioridad salvo en el ámbito privado. Se abre pues una ventana y hay quienes ya quieren entrar por ella. Explicaba Palacio que, de manera informal, tras conocerse el depósito, ya han llegado llamadas para solicitar las obras para futuras exposiciones.
Es un depósito indefinido y la pregunta quedaba en el aire: ¿se podrá convertir algún día en donación? La respuesta la tiene María Luisa. Palacio entonaba ayer un «ojalá».
La junta del museo aceptó este depósito y la consejera de Cultura, Berta Piñán, solo tenía palabras de agradecimiento para un gesto de generosidad que es un «hito más en la trayectoria de la pinacoteca» que se encuentra entre las mejores del país.
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