El Bellas Artes deja oír sus sonidos ocultos

Es en el Palacio de Velarde donde se hallan las tres instalaciones sonoras que componen este proyecto específico de Juanjo Palacios que lleva años gestándose y que cuenta con una habitación de luz creada por Juan Jareño como punto de bienvenida en el patio del palacio. Ahí se advierten los altavoces, los cables que conducen a una mesa, mostrados sin miedo, haciéndose evidentes para ser reveladores de lo que allí no se va a ver, como suele ser habitual, sino oír y sentir, porque el sonido no solo está en el aire, sino que atraviesa los cuerpos.

El patio acoge la sinfonía de los cuadros del museo. Se juega con los sonidos que Juanjo Palacios ha querido adivinar y recrear a partir de unos fondos pictóricos en los que están muy presentes el mar, el bosque... La naturaleza en general. El viento, las olas, el sonido de los árboles y de las aves se conjugan y alían salidos del archivo sonoro del creador con ese ánimo de introducir al visitante en el museo de una manera inédita.

Se accede a la propuesta por una habitación de luz que conduce a las puertas que dan acceso a las salas de las otras instalaciones. 'Vibración y resonancia' es exactamente lo que su título anuncia. El artista ha recogido mediante sensores los sonidos de los edificios y los ha amplificado para crear esa pieza artística. Desde la otra puerta, se accede a la sala que presenta 'Campo electromagnético', que recopila sonidos captados en el museo de aparatos electrónicos y eléctricos, desde ordenadores a móviles pasando por todo tipo de dispositivos. De nuevo se amplifican y componen otra pieza.

Apenas hay luz en las salas, la propuesta se antoja minimalista y llama a la calma. Está incluso la opción de tomar asiento y simplemente dejarse llevar por la escucha. Oír sin más aporta una cierta quietud en estos tiempos de continua y apabullante tormenta visual. «Quería crear una escenografía que no condicionase la escucha», afirma el artista, que hace doblete estos días con otra instalación en Laboral Centro de Arte y Creación Industrial.

En la inauguración de las tres instalaciones, que llevan aparejadas la publicación de un catálogo y actividades 'ad hoc', como las consabidas visitas guiadas, Alfonso Palacio, el director del museo, destacaba la importancia de abrir en el Bellas Artes de Asturias la puerta al arte sonoro. «Un museo tan comprometido con lo visual introduce en sus salas el 'sound art' y es algo que teníamos claro que queríamos hacer», señaló. Y añadió que hubo una suerte de telepatía artística con Juanjo Palacios, al coincidir en la necesidad de que el sonido que debería transformarse en producto artístico debía ser el generado por el propio museo asturiano.

Juanjo Palacios revalidó ese deseo común y subrayó que su empeño siempre fue evitar los sonidos obvios, los de los pasos de los visitantes, sus conversaciones, para poner luz y altavoz sobre los que se esconden. Quería trazar un mapa sonoro de lo invisible que ahora se hace realidad y que se podrá escuchar hasta el 18 de junio en Oviedo.