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La azarosa historia del Greco de los Selgas

La azarosa historia del Greco de los Selgas

El Greco de los Selgas fue robado en Madrid en 1939 y no regresó a España hasta 35 años después. Le contamos quién se lo llevó y cómo fue recuperado en Nueva York por el FBI gracias a un espía norteamericano

Miguel Rojo

Gijón

Viernes, 19 de noviembre 2021, 03:29

De novela es la historia de la 'Inmaculada' de El Greco de la Fundación Selgas. De justicia reconocer que gracias al empeño -y el dinero- de los hermanos Ezequiel y Fortunato Selgas, y del deseo de sus hijos Ezequiel y Juan y sus esposas, Carmen y Manuela Fagalde, el cuadro pudo ser recuperado para la Quinta de El Pito, en Cudillero, tras una azarosa historia que le tuvo alejado de España durante 35 años. Y de pena se morirían los Selgas y las Fagalde al comprobar que la Fundación que gestiona su legado acordó venderlo a un museo de Budapest por siete millones de euros. Por fortuna, el cuadro ya está de regreso en Asturias. Al menos aquí estaba la última vez que la Fundación abrió este pasado verano al público su palacio, colgado junto a otras obras de arte en una nueva sala, lejos de su querida biblioteca, el lugar para el que había sido pensado por los hermanos Selgas.

Pero contemos su historia desde el principio. Dicen los expertos que el cuadro, seguramente, fue el boceto previo de la 'Inmaculada' que le habían encargado en 1607 a Doménikos Theotokópoulos (Heraclión, 1541-Toledo, 1614), más conocido como El Greco, para que decorase la capilla de doña Isabel de Oballe en la iglesia de San Vicente Mártir, en Toledo. El cuadro final, un óleo sobre lienzo de casi tres metros y medio de alto, es una de las obras maestras tardías del genio. Se cree que pintó primero el de los Selgas, más pequeño (170 x 57 centímetros) y lo usó como 'muestrario' ante sus clientes, antes de acometer el definitivo. Otros opinan que es la de los Selgas una copia del original, hecha a posteriori. En cualquier caso, a la muerte de El Greco, la relación de pertenencias realizada por su hijo recoge que el pintor tenía copias en pequeño formato de la mayor parte de sus obras. Esta era una de ellas.

Según consta en todos los documentos consultados, Ezequiel Selgas padre se hizo con el cuadro en 1870. En unas declaraciones recogidas por el periodista Pablo Magaz, que relató en EL COMERCIO en 1971 cómo se recuperó el cuadro, su hijo, también Ezequiel, explica que, además del valor económico, «este cuadro lo heredamos de mi padre. No se trata solo de una obra valiosa. Es mucho más que eso para nosotros. Condensa unos valores artísticos, religiosos e históricos que no solo pertenecen a mi familia, sino a toda España». Es por eso que tanto él como su hermano Juan, que se casarían con las hermanas Carmen y Manuela Fagalde, pusieron todo de su parte para recuperarlo cuando fue robado en Madrid a finales de 1939.

Contemos también esa historia desde el principio. A principios de los años 30 del siglo pasado, el cuadro estaba colgado en la biblioteca del palacio de El Pito. A raíz de la revolución del 34, Ezequiel (hijo) lo trasladó a Madrid para protegerlo de las turbas, a la casa familiar de la calle Jorge Juan, número 7. Pero el 18 de julio del 36 comienza en la capital una época de terror para las clases pudientes. Los Selgas se refugian en la embajada de Brasil, desde donde pasarían después a la España nacional, dejando atrás el piso y sus pertenencias. Antes de dejarlo, Ezequiel contempla el cuadro. Será la última vez que lo vea.

Tras la liberación de Madrid por los nacionales, vuelve al piso de Jorge Juan, pero está prácticamente destruido, y el Greco ha volado. El inmueble había sido ocupado inicialmente por milicias obreras de la PUA (pro unidad antifascista) y después por la Agrupación Socialista Madrileña. Aquí entra en juego José Álvarez González-Laviada, exfuncionario de Ferrocarriles, a quien se le encarga que vigile el edificio. Laviada se instala en el edificio con su amante, la maestra Esther Fernández Laponte. Juntos planean huir a México con el cuadro que acaban de descubrir. Desmonta el lienzo, lo enrolla y, en diciembre de 1939, acompaña a su amiga hasta Cataluña, desde donde Fernández Laponte viaja a Valencia y coge un barco a Francia con el cuadro.

Más tarde, Laviada viajaría a México para unirse a ella. Los hermanos Selgas, en 1940, conocen por el informe policial la historia de Laviada, a quien se acusa del robo. Ya ha estallado la Segunda Guerra Mundial y el Servicio de Recuperación del Patrimonio Artístico Nacional envía a Alemania un listado de obras robadas que vería, por casualidad, un agente de la inteligencia americana: quédense con este dato. La lista está encabezada por la 'Inmaculada' de El Greco de los Selgas, quienes contratan a un investigador privado para que viaje a México siguiendo el rastro, que le llevará después a Estados Unidos tras localizar a Laviada, entrevistarse con él por medio de terceras personas y seguir la pista de su ya mujer, Esther Fernández.

La pareja está ya en Los Ángeles, donde también tratan, sin éxito por el momento, de vender el cuadro. Corría el año 1942 y el detective llega a un punto muerto. Los Selgas siguen buscando, rastreando galerías de Los Ángeles, Nueva York, Chicago... Con la guerra ya acabada, el cuadro no aparece y los dos hermanos Selgas fallecen. Son sus viudas, Carmen y Manuela Fagalde, quienes siguen con su lucha. Una de ellas, Carmen, recibe años después una enigmática llamada y cierra una cita en el Hotel Hilton de Madrid con dos misteriosos personajes que dicen saber dónde está el cuadro. Tras avisar a la Policía, se reúne con ellos, y estos le piden dinero a cambio de poder quedarse con el Greco si lo localizan. Ella rechaza la oferta, y el seguimiento que les hace la Policía permite encontrar nuevos datos sobre el cuadro en Estados Unidos. España pide ayuda al gobierno americano.

Ya estamos en 1968. Casualmente, aquel agente de la inteligencia americana que había visto el listado en 1944 trabaja ahora en el FBI, en el departamento de arte, y al ver la petición de España, empieza a unir piezas del rompecabezas, dando por fin con el cuadro, después de cuatro años de investigación, en una joyería de Nueva York, en Harlem. Tras un largo proceso judicial, las reclamaciones de los entonces propietarios son desoídas y El Greco vuelve a España en 1975. ¿El deseo de las hermanas Fagalde? Que volviese a El Pito, a la biblioteca.

Desde 1934, ningún otro cuadro había llenado el hueco en la pared que debía ocupar el Greco, tal y como habían querido Ezequiel y Fortunato Selgas.

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