Cerca del mar, muy cerca, como un maravilloso pacto con la belleza, se abre ante la mirada un escenario único. Un lugar lleno de seres que parecen imposibles, pero son ciertos. Lleno de vidas ajenas, que se hacen nuestras cuando, atraídos irremediablemente por ellas, nos ... detenemos a contemplarlas buscando sus costuras, atendiendo a sus raíces, a sus secretos. Y ese lugar es en el que habita el arte. El proscenio en el que Aurora Vigil-Escalera lleva 40 años sosteniendo un mundo diferente, buscando en la pintura, la fotografía y la escultura una manera distinta de contar la vida, de respirarla, de disfrutarla y, a veces, también de sufrirla a través de los surcos que otros crearon.
Publicidad
Precisamente para celebrarlos, para conmemorar los 10 años que lleva en el espacio de la calle Capua de Gijón más los 30 que disfrutó en la sala Van Dyck, con sus maestros y progenitores, el próximo 3 de enero se inaugura oficialmente una exposición que reúne a 21 artistas, algunos vinculados a la galería desde siempre, otros que se incorporan ahora para mantener viva la savia, para no detener nunca la búsqueda. Entre los nombres esenciales, los maestros Genovés, Gordillo o Chema Madoz. Los tres esperan miradas en la planta baja, donde también aguardan atenciones obras de Lisardo, Herminio, Yagües, Rosa Amores y Gorka García, mientras arriba saludan ya desde fuera un pequeño busto y dos deslumbrantes retratos de Mario Soria, que reúnen tradiciones de siglos, desde el barroco al pop, pasando por una suerte de universo interestelar. También para abrir boca, todavía en la calle, asoma la destreza apabullante de Salustiano, que participa en este aniversario con uno de sus extraordinarios retratos y la alquimia pictórica de Santiago Picatoste, compartiendo espacio con dos teriocéfalos, esculpidos a pequeña escala del singular Samuel Salcedo, y una pieza de Carlos Albert, que se inició en la forja junto al maestro Chirio.
Ya dentro llama la atención, en mitad de la sala, una escultura a tamaño natural de una niña tallada en madera por Gonzalo García, heredero absoluto de la destreza técnica de Navascués. Tras ella, otro de los nuevos artistas que se incorporan a la gran familia, Fernández Pinedo. Su intensa paleta trae África a todo color a la celebración. A su derecha, una escultura de acero corten anclada en la pared con la enérgica firma de Ernesto Knorr, que dialoga de un lado con las esculturas marmóreas de Tadanori, recién incorporado a la nómina, y de otro con una de las potentes fachadas de Francisco Mayor Maestre. Justo frente a sus ventanas, otra de las piezas principales, un héroe de Edgar Plans esculpido dentro de una caja de madera, cargada de mensajes y sobre ella una bella gráfica también de su mano.
No podía faltar a la cita Ismael Lagares, que acude con dos obras mecidas entre la escultura, la cerámica y la pintura, en una exploración permanente del mundo. Buscar horizontes ya no exteriores, sino interiores, es uno de los objetivos de Soledad Córdoba, que mantiene su poderosa presencia autobiográfica en la sala con una impresionante fotografía de su última serie. El encuentro entre los 21 artistas no será estático. Irá rotando, mostrando diferentes montajes para que la vida y el arte no se detengan ni dejen de hablar entre sí.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.