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m. f. antuña
Viernes, 27 de marzo 2015, 03:07
Son 160 instantáneas que recopilan la trayectoria artística de uno de los fotógrafos más influenyentes de los últimos tiempos. Stephen Shore (Nueva York, 1947) ha tenido y tiene el don artístico de la ubicuidad formal. Ha estado en los paisajes naturales y los urbanos, en el blanco y negro y el color, en el Nueva York de Warhol y en la América profunda de Texas, ha mirado a través de una cámara de gran formato y en una de juguete. Ha probado todo y sigue probando, ha ido incluso en el sentido opuesto de las modas que él mismo impuso con su manera de mirar y disparar.
La exposición retrospectiva que sobre él ha realizado la Fundación Mapfre se instaló ayer en el Centro de Cultura Antiguo Instituto para quedarse hasta el 14 de junio. Después, iniciará una itinerancia de dos años que la hará recalar en Berlín, Amsterdam o Turín.
Quedan aún muchos días para mirar la muestra una y mil veces. Merece la pena hacerlo. Porque, como explicaba ayer la comisaría de la misma, Marta Dahó, Shore ha sido y es un fotógrafo que ha dejado huella por su proceso continuo de investigación, de exploración a contracorriente de los convencionalismos.Lleva desde que era un crío buscando respuestas a la fotografía, intentando entender cómo una cámara es capaz de cambiar la visión y la comprensión del mundo. Por eso se ha atrevido con todo y así se expone con imágenes de diferentes tamaños en un recorrido cronológico que comienza en sus primeras obras adolescentes en blanco y negro e incluye sus series más emblemáticas y conocidas, como son American Surfaces y Uncommon Places.
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