ANA RANERA
GIJÓN.
Sábado, 11 de mayo 2024, 02:00
Un barco de vapor atraca en el Puerto y varios bueyes tiran de un carro en una calle sin asfaltar, que cuesta reconocer. Dos tranvías se cruzan de camino a Somió y la plaza de toros está llena de hombres con sombrero y bigote. La ... exposición 'Los Vinck. Una saga de fotógrafos de Gijón (1905-2007)' abrió ayer sus puertas en el Muséu del Pueblu d'Asturies, y, más que una muestra, parece un viaje en el tiempo.
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Lo decía la alcaldesa de la ciudad, Carmen Moriyón, «este archivo de fotos es una atalaya inabarcable desde la que contemplar la historia de Gijón». Eran certeras sus palabras porque esta saga se estableció en nuestra tierra allá por 1856 y llevan retratándola desde 1905. Fue Laureano Vinck Carrió quien comenzó esta tradición, ejerciendo como fotógrafo profesional hasta 1963, con la ayuda de su esposa Aurora Álvarez Sánchez.
Y la profesión no murió con él porque su hijo Gonzalo la continuó y la engrandeció, con un concepto más moderno de fotografía ambulante y económica. Y, a partir de 1964, se unió a la empresa Octavio, que entonces era un chavalín y que ayer a sus 81 años no podía evitar las lágrimas al ver su «patrimonio más preciado» en un museo. «Mi familia y yo estamos muy orgullosos. Por fin la ciudad en la que nací se hace cargo de proteger y de cuidar nuestro archivo», se emocionaba. «Mi mujer y yo preparamos 120 cajas y ahora ya están en buenas manos, la misión está cumplida».
Su orgullo era compartido por Joaco López, el director del Pueblu d'Asturies, quien recordaba que lo que se presenta en esta exposición es solo «una selección». Hay muchas más instantáneas y objetos en esta colección con la que siempre habían soñado. «La idea de crear una fototeca se empezó a forjar en los años noventa y en nuestro plan siempre estuvo la utopía de integrar el archivo de los Vinck».
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Deseaban que llegara este momento porque hay «una cantidad ingente de aparatos fotográficos, de tarjetas postales, de fotos y de álbumes que recogen testimonios muy variados de tres generaciones de fotógrafos». Y era tal la alegría ayer en la ciudad que la sala estaba llena como pocas veces están los museos. Nadie quería perderse este recorrido por la historia de una ciudad que debe conocer y entender su pasado. «Una ciudad que vive de espaldas a su tradición es una ciudad sin rumbo. El archivo de los Vinck es un recorrido por lo que fuimos y un recordatorio de lo que podemos llegar a ser».
Porque sí, en las paredes de la sala, se ve una Asturias muy diferente a la que conocemos. Los Lagos de Covadonga aparece libres de turistas, las mujeres lavan la ropa en el río, las fábricas escupen largas humaredas y la plantilla del Sporting de hace un siglo posa rodeada de críos, sin aires de grandeza, demostrando que cualquier tiempo pasado también tuvo cosas buenas.
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