El dramaturgo y escritor catalán Albert Boadella. álvaro sánchez / efe
Albert Boadella, dramaturgo

«El público se ha vuelto manso, teme disentir de la mayoría»

El mordaz autor, que acaba de publicar el libro 'Joven, no me cabree', estrena este viernes en el Palacio Valdés la zarzuela-rock 'Malos tiempos para la lírica'

Martes, 7 de febrero 2023

Mordaz, polémico, irónico, contumaz, Albert Boadella vuelve a poner en solfa todo el mundo conocido en su último libro, 'Joven, no me cabree' (Ediciones B). Imbuido del espíritu de Aristófanes o Plauto, dispara contra los cimientos de la sociedad del bienestar, la modernidad, la ... política, los conceptos de belleza. Las cabezas de los títeres tiemblan, mientras se escuchan las palabras que definen la ética y la estética de este veterano actor y dramaturgo, que además estrena este viernes en Avilés 'Malos tiempos para la lírica' (Teatro Palacio Valdés, 20.15 horas), una obra teatral que alterna zarzuela con versiones rock de algunos clásicos de la lírica nacional.

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-Cayetana Álvarez de Toledo le llama «el Jagger español». ¿Cómo lo lleva?

-Más que en lo artístico, supongo que Cayetana se refiere a estar en forma a pesar de la edad. Seguir aguantando el tipo. Aunque Jagger tiene mucho más mérito que un servidor por la cantidad de química que se ha chutado. Yo ni siquiera he probado un porro.

-Ha escrito que la universidad es una fábrica de mediocridad que desvirtúa el conocimiento y distorsiona la realidad de los hechos. ¿Podemos abundar?

-La mayoría de las universidades no son hoy un ejemplo en la búsqueda de la excelencia de sus alumnos. Son instituciones reconvertidas para una enseñanza masiva. Todo se rige por la burocracia y las maniobras políticas en los cargos dirigentes. Tampoco representa un ejemplo de libertad. A los que piensan diferente acostumbran a montarles una bronca o un escrache si se acercan por allí. La influencia de las universidades de EE UU y sus derivas puritanas han penetrado profundamente en España. Un atraso si pensamos en lo que fueron algunas universidades de hace siglos.

-¿Por qué dice que en arte no existe la posibilidad de creación?

-El diccionario de la RAE describe el hecho de crear como un acto a partir de cero. Eso en las artes es imposible. En el pasado tenemos todos los ejemplos y la enseñanza. No hay un solo artista que pueda partir de la nada. Aunque yo no quisiera, estoy influenciado por Aristófanes, Molière, Lope o Shakespeare. Creo que la creación solo puede imputarse a Dios. Nosotros solo podemos recrear o desvelar aquello que está oculto a los ojos del espectador pero que ya existe o ha existido en nuestro entorno.

-También afirma que el progresismo es el encubrimiento perfecto de las mayores imposturas.

-La muestra es donde nos ha llevado. Se legisla hoy sobre los mayores dislates en las personas y los animales. En las variedades de sexos, en las memorias históricas, en la creación de tabúes intocables, en las suposiciones climáticas y, en definitiva, se legisla sobre un concepto muy restringido de la libertad individual. Cualquier acción está repleta de normas, de las cuales la mayoría tienen que ver con aspectos ocasionales que tienen que ver con la moda. La consecuencia es que, cuando un ciudadano se levanta por la mañana, a los diez minutos ya ha transgredido un montón de normativas.

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-¿Por qué el teatro es solo el actor?, ¿no hay decoradores, autores, directores...?

-Ciertamente, el teatro puede actuar como síntesis de las artes. Sin embargo, su núcleo esencial se asienta sobre el actor. Es el único que no puede fallar en la fiesta del teatro. Los demás invitados no son imprescindibles. Podemos asistir a una obra con una decoración, un vestuario o un guion mediocres, pero si el actor es muy bueno salvará todas esas limitaciones. Y lo mismo sucede en caso contrario. Con un actor mediocre, no se salva nada.

-No gano para sustos: usted dice que el cine no es un arte. Me he visto doce veces 'Apocalypse Now'...

-Y un servidor veinte veces 'Tiempos modernos', de Chaplin, o 'Barry Lindon'. El cine es un invento maravilloso, pero exento de poesía en su forma de transmisión. Si entendemos que la poesía se asienta sobre el principio de que lo mínimo es lo máximo, el cine es todo lo contrario. Para una mínima situación, se necesita tal infinidad de cosas que alejan la palpitación directa de los artistas. Velázquez, con solo unos pinceles y unos pigmentos mezclados con aceite, pintó 'Las meninas'. Lorca, con unas hojas de papel y un lápiz, escribió el 'Romancero gitano'. El arte es ante todo un proceso poético en la construcción. Ya puede imaginarse lo que se necesitó para rodar 'Apocaliypse Now'.

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-Defiende el derecho del público al silbido si una obra no le gusta.

-El público se ha vuelto manso y conformado. En el fondo, es la expresión de su falta de seguridad y criterio artístico. Tiene miedo de disentir de la mayoría. Hace tan solo sesenta años, en los teatros había broncas, silbidos y pateos. Ahora este público sin complejos solo lo encontramos en los toros. Ya casi nadie discute por una cuestión artística.

-En su libro cuenta que los mayores enemigos del teatro como arte son los escritores. ¿Por qué?

-En este caso, me refiero al teatro como arte. No como sociología o psicología, que es lo que más abunda. Me refiero a la emoción que provoca lo que vemos y lo que escuchamos. El teatro es la poesía y la música. Cuando un escritor describe muy bien una situación o un personaje, ya no es necesario verlo representado. El teatro es presencia física y, por lo tanto, acción constante. Se va muriendo mientras se representa. El teatro no es algo mental. Es un arte que no da tiempo de pensar, sino a sentir. Es todo lo contrario de la escritura, que paramos y retrocedemos cuando nos apetece. Son dos personalidades opuestas.

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-Denuncia que una excesiva intervención del Estado en la cultura deriva en dirigismo cultural, en regulación, en amoldamiento a las corrientes políticas que soplen en cada momento.

-Los Estados solo deberían ocuparse de lo que consideramos patrimonio. La construcción de obras contemporáneas debería estar fuera de la manipulación administrativa de un Estado. Es muy difícil de juzgar una obra sin el retroceso que da el tiempo. En este sentido, el sistema de ayudas tiene muchas posibilidades de ser injusto o, simplemente, falto de criterio. Si consideramos además que estas administraciones funcionan bajo la ideología política del momento, entonces la manipulación es segura. La consecuencia inmediata es el tributo de vasallaje por parte de los artistas, que tratarán de no morder la mano que les da de comer. La autocensura es el resultado de lo que estamos viviendo.

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