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Pedro Ruiz, acompañado durante su actuación en el Teatro Jovellanos.
Humor de tinta heterodoxa

Humor de tinta heterodoxa

El polifacético artista catalán encarnó varios papeles en la velada, suscitando tantas risas como aplausos

ALBERTO PIQUERO

Sábado, 10 de junio 2017, 00:06

Entre las muchas cosas que cuenta el locuaz artista que es Pedro Ruiz (Barcelona, 1947), están las que suelen acompañar con sus propias opiniones el juicio que establece sobre los espectáculos que produce, dirige e interpreta. En el caso de 'Eterno', que ayer subió a las tablas del Teatro Jovellanos registrando una media entrada (450 espectadores) y que hoy, sábado, repite función (20.30 horas), algunas de las consideraciones que ha expresado resumen la idea con la que ha creado un texto y una estética que van «de la ternura a la provocación, de la provocación al mimo, del humor al humor, con cierto sentido histriónico». O bien, complementariamente, «un tránsito de la reflexión al actor, del actor al esperpento y del esperpento al monólogo y del monólogo a la canción en serio y de la canción en serio a la canción en broma».

A partir de ahí ya puede colegirse, para quien no lo supiera, que Pedro Ruiz es un caudal humano que no cabe en el cauce de sí mismo. Vaya, que se desborda, por lo que ha de multiplicarse al modo de los panes y los peces, en busca tal vez de algún milagro (humorístico, que aquí no hay incienso). Como muestra, algunas perlas: «Lo único que queda incorrupto en España es el brazo de Santa Teresa de Jesús... Y además le han robado el anillo», aseguraba el cómico. Y hasta hizo referencia a un conocido exlíder sindical asturiano, cuando hablaba de los «sindicatos honestos». «¿Cómo se llamaba el que teníais aquí? ¿Pancho Villa? El que iba en cabeza de todas las manifestaciones...», preguntó al público.

También habló del Papa de Roma, de quien dijo que estaba «loco», porque «se le ocurre decir la verdad, y de añadidura se llama Francisco, como Paquirrín». Y, siempre pegado a la actualidad, recordó que «España es el país más barato del mundo, se puede comprar un banco -el Popular- por un euro».

Presentador de radio y televisión (en los últimos años censurado por las cadenas públicas, según ha proclamado repetidas veces, y sin hallar acuerdo con las privadas), actor, director, escritor de libros y estribillos e incluso cantante, de lo que hizo gala también ayer -le dedicó una canción a 'El coletas' Pablo Iglesias coreada por el público- parece necesitar un continuo desdoblamiento que le evite las líneas demasiado rectas de la rutina. Así que no ha de sorprender que a lo largo del espectáculo -no un monólogo, se ha encargado asimismo de matizar-, 'Eterno' favorezca una frenética metamorfosis del protagonista, quien encarna diferentes papeles durante las dos horas de la representación, secundado por una actriz y un piano de cola, apoyados en una pantalla de proyecciones por la que fueron desfilando personajes eminentes de la vida cultural -incluida Belén Esteban- y artística española de las últimas décadas.

Todo ello al servicio de su agudeza crítica, que en ocasiones se baña en sal gorda, pero nunca pierde la elocuencia y ganó a su alrededor tantas risas como aplausos.

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