De izquierda a derecha, José Manuel Sierra, Juan Carlos Álvarez y Álvaro Noriega, profesores del Máster de Mecatrónica de la Universidad de Oviedo, junto a un brazo robótico.

Tras los pasos del hombre biónico

Investigadores y centros tecnológicos asturianos trabajan con el mismo objetivo que Hugh Herr | Organizaciones de discapacitados critican «el elevado precio de las prótesis en el mercado, que muchas veces es imposible de asumir»

azahara villacorta

Viernes, 3 de junio 2016, 04:09

«Este galardón es un empujón muy importante para nosotros porque hace visible nuestro trabajo en un campo que es fundamental para la sociedad y que, muchas veces, queda oculto tras los avances en otras disciplinas. Que todas las personas que tengan alguna discapacidad sepan que estamos trabajando. Que igual no lo tenemos listo para el año que viene ni para dentro de cinco, pero estamos en ello».

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Álvaro Noriega, uno de los profesores del Máster de Mecatrónica de la Universidad de Oviedo, que cuenta con una treintena de alumnos, se refiere así a la concesión al estadounidense Hugh Herr, investigador del Instituto Tecnológico de Massachussetts (MIT), del Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica.

Porque Noriega y la mayoría de sus colegas asturianos que trabajan en este terreno multidisciplinar comparten el sueño del experto mundial en biomecatrónica recién galardonado por el diseño y desarrollo de prótesis tecnológicamente avanzadas gracias a la utilización de su propio cuerpo como banco de pruebas:«Ojalá se pueda acabar con la discapacidad física en el siglo XXI».

Y es que el profesor de la Universidad de Oviedo está convencido de que «algún día se conseguirá» el gran objetivo de Herr, cuyo trabajo como científico surgió de una desgracia cuando tenía 17 años y, durante una escalada en el Barranco de Huntington (Nuevo Hampshire), fue sorprendido por una ventisca que le mantuvo tres noches perdido a temperaturas de 29 grados bajo cero.

Herr fue rescatado con vida, pero las secuelas del congelamiento hicieron que le amputasen las dos piernas por debajo de las rodillas. Y, traumatizado por la muerte de uno de los voluntarios que ayudó a su rescate y decepcionado por la falta de tecnología de las prótesis que le pusieron en el hospital, el biofísico decidió volcarse en el diseño de piezas más avanzadas para volver a escalar y ayudar a otras personas que, al igual que él, carecen de piernas.

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Así fue como desarrolló las piernas biónicas tecnológicamente más avanzadas junto con un grupo de científicos que se encarga de diseñar rodillas y tobillos conectados a los nervios a través de sensores que transmiten las órdenes del movimiento exacto que el cerebro quiere realizar con la pierna ausente.

Una evolución rompedora en la que el próximo paso parece que también está claro, en opinión de Álvaro Noriega:«La parte complicada es no solo integrar un miembro mecánico para que funcione según lo que le ordene tu cerebro, sino que tenga retorno. Es decir: que, si coges algo con una mano mecánica, sientas que lo estás cogiendo. Porque, ahora mismo yo puedo mover un brazo mecánico a raíz de los impulsos eléctricos que le mandan los nervios, pero lo que ya no está tan claro es que, cuando yo acerque la mano a una llama, puede sentir calor, que cuando me claven un alfiler pueda sentir el pinchazo».

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20.000 euros por un sensor

De momento, Noriega lleva desde el año 2011 investigando junto con un grupo de la Universidad de La Coruña en el desarrollo de órtesis para ayudar a personas con lesiones medulares, esos exoesqueletos para piernas debilitadas que también han salido del laboratorio de Herr.

«Trabajamos en lo mismo, aunque nuestras investigaciones son más limitadas, pero no por falta de ideas, sino por el dinero del que disponemos», apunta. Yes que «solo uno de los sensores del pie biónico de Herr cuesta 20.000 euros».

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Ysi las organizaciones de personas con alguna discapacidad se quejan del elevado precio de las prótesis convencionales ya en el mercado o de una simple silla de ruedas, «que muchas veces es imposible de asumir», lamenta Sila Murillo, de Amdas La Fonte, también a los costes de producción se refiere Íñigo Felgueroso, director gerente de la Fundación Prodintec, que diseña desde hace tiempo prótesis casi a la carta. Porque «ya no vale hacer productos fabricados en serie, millones de piezas, sino que se va a un diseño mucho más personalizado».

La buena noticia es que «hay tecnologías que ya permiten hacerlo a un coste razonable como fabricación aditiva o la impresión 3D, que posibilita fabricar productos personalizados sin que el precio sea desorbitado. Así que, además del reto personal, lo que Hugh Herr ha conseguido es poner de relieve la importancia que tienen los desarrollos tecnológicos en estos campo, de la tecnología al servicio de las personas. Veremos la desaparición de las discapacidades y, en suma, cómo les facilita la vida. Ese es el futuro».

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