P. MERAYO
Viernes, 3 de junio 2016, 01:44
El Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica ha desbordado esta vez los laboratorios. La trascendencia humana y la pericia vital del elegido para llevar ese reconocimiento este año, el ingeniero y biofísico Hugh Herr, ha hecho corrillos de admiración en muchos otros ámbitos, pero de manera extraordinaria en el de quienes, como él, rinden absoluta pleitesía a la montaña. Los escaladores y alpinistas aseguran que Herr y sus piernas biónicas son «el máximo ejemplo de que la pasión lo puede todo». Son estas palabras del escalador vasco Eneko Pou, al que la noticia del galardón le pilló ascendiendo una peligrosa vertical junto a su hermano Iker Pou. Los dos son dos leyendas de la montaña, pero creen que Hugh Herr «las supera todas».
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«Es la personificación del concepto de superación. Realmente, sacó coraje para verse con las piernas amputadas y seguir adelante y volver a ascender», dice Eneko, para quien, además, el fallo del jurado «no ha podido ser más acertado. Hace falta que se premie a personas que hacen tanto por la investigación, que, como este ingeniero, ayudan a las personas no solo a inspirarles en el deporte, sino en la vida».
Lo mismo opina otro montañero de pro, el galerista gijonés Amador Fernández, que hace años vio cómo la congelación le llevaba por delante dos dedos de un pie. «Nada que ver con lo que pasó este hombre, que tiene un mérito incalculable».
A Amador le llama especialmente la atención, como a todos, el poder de superación de Hugh Herr, pero tanto o más que esté invirtiendo tanto esfuerzo y talento «no solo en su propio problema, sino en los demás. Con su trabajo está queriendo acabar con las limitaciones de muchas personas que padecen falta de movilidad o amputaciones de miembros, como él».
No puede imaginarse este galerista esencial de la ciudad lo que pudo pasar por la cabeza del Premio Princesa de Asturias de Investigación cuando vio que sus piernas empezaban a congelarse, pero sí lo que padeció cuando uno de los voluntarios que fue a su rescate murió bajo una avalancha. «Cuando sales, cuando te pones la mochila y encaras la aventura, no piensas en los riesgos. Sabes que la montaña los entraña, pero tu pasión por ella no te permite pensar en eso. Menos aún en el hecho de que un día tengan que ir en tu busca y que en el intento alguien fallezca. Arriba solo conoces la pasión que te ha llevado hasta allí». Las temperaturas bajas, el viento, los muchos kilómetros lejos de casa se compensan con la pasión y esa es, dicen, la que ha ayudado a Hugh Herr a salir adelante.
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