Borrar
Núria Espert posa en el salón de su casa de Madrid, rodeada de libros.
«Para valorar a los grandes clásicos del teatro hace falta aprender a amarlos»

«Para valorar a los grandes clásicos del teatro hace falta aprender a amarlos»

Actriz. Premio Princesa de las Artes

JESSICA M. PUGA

Jueves, 12 de mayo 2016, 00:29

Decir teatro es hablar de Núria Espert (Hospitalet de Llobregat, 1935), el último nombre elegido para nutrir el palmarés del Premio Princesa de las Artes. La actriz y directora catalana acaba de formar parte del elenco de 'El rey Lear', cuyo retrato del inevitable cumplimiento del ciclo de la vida parece hacer un guiño a su elección. Casualidad del destino o no, ella fue junto a Pilar Miró, las dos como jurados, quien apostó por el director Vittorio Gassman para darle en 1997 el entonces Premio Príncipe; desde entonces nadie del teatro había vuelto a ganar. Esta vez, el jurado se ha fijado en su fértil trayectoria y aplaudido su labor «de recuperación y continuidad de la gran tradición del teatro español».

Enhorabuena. ¿Cómo está?

Muy contenta, imagínese. Me ha hecho muchísima ilusión.

Su nombre apareció el martes como favorito. ¿Se lo esperaba?

Fue una gran sorpresa, no pensaba que fuera a tocarme a mí.

Desde que Vittorio Gassman ganara el entonces Príncipe de las Artes en 1997, el teatro no había vuelto a tener un hueco en el palmarés de los premios ovetenses. ¿Lo tenían un poco olvidado?

Lo cierto es que lo echaba de menos. En España, hay muchísima gente del teatro con méritos superiores a los míos que podían haber sido galardonados en varias ocasiones y, de hecho, me parecía extraño que tuvieran tanto acierto con la ópera, el deporte, la literatura y se olvidaran una de las ramas de la cultura.

El jurado ha querido premiar, en particular, su labor con el teatro clásico. ¿Estamos en un momento en el que hay que celebrar algo que parece, por decirlo así, de sentido común?

Creo que la diferencia entre clásico y contemporáneo no está tan delimitada, ahí está la cuestión.

¿El público lo valora igual?

Sí. Hay una Compañía Nacional de Teatro Clásico muy demandada y, cuando teatros privados u oficiales hacen clásico, el resultado suele ser magnífico. Yo acabo de interpretar 'El rey Lear' de Luis Pascual en Barcelona y hemos tenido que reponerlo al año siguiente por la buena acogida. Los grandes clásicos se representan periódicamente.

Y esta buena acogida, ¿es por parte de todos los públicos?

Hay un porcentaje de público joven que va ahora al teatro y demanda obras de todo tipo. Se está empezando a recoger el fruto de tantos y tantos años trabajando con colegios e institutos. Por ejemplo, en la función de 'La Celestina', de José Luis Gómez, de hace una semana, el 50 por ciento del público tenía menos de 35 años.

¿Las obras clásicas son actuales?

Totalmente; su única diferencia es que han sabido resistir el paso del tiempo. Pasan por encima de la peripecia de la historia que se cuenta para hablarnos de cosas que siguen vivas en nuestro interior y se suceden en todas las sociedades, como el amor, la venganza, la avaricia, la corrupción...

Recibe el Premio cuando se cumplen 400 años de la muerte de Shakespeare y Cervantes. Usted es una de sus grandes valedoras.

Shakespeare es uno de los autores más satisfactorios para mí, hice 'Hamlet', 'Romeo y Julieta' con 16 años, 'La comedia de los errores'...

Los críticos afirman que, en general, no sabemos apreciar su obra.

Y tienen toda la razón. Desde los políticos y pasando por nosotros mismos, no sacamos el brillo a los tesoros que tenemos, que son muchos y grandes. Nuestro problema parte de la educación; para valorar a los grandes clásicos hace falta aprender a amarlos, no es cuestión solo de ver una representación con 40 años.

Es España preocupa dónde están los restos de Cervantes...

Sus restos me traen sin cuidado, la verdad. Me gustaría ver más actos y, sobre todo, que sea la gente la que los pidiera. Falta calor.

O sea que la llave está en la ciudadanía y no en las instituciones.

La cuestión está en que lo que se haga no parezca una obligación cuando tendría que ser una fiesta.

Ha mencionado la política, ¿cómo ve la situación de la cultura?

Absolutamente tumultuosa, como el resto del país, porque caminan en la misma dirección. Está lleno de dudas y problemas y sin Gobierno desde hace meses. Supongo que los políticos están muy agitados...

En sus discursos ni uno ha mencionado la cultura...

Ni uno, ni por equivocación. No les importa nada de nada y ahí empiezan los problemas. Desde la Transición, antes ni hablemos, no ha habido un político que le haya dado su sitio a la cultura. A la educación un par de veces han tratado de darle su sitio, pero no a formar la cabeza de los ciudadanos. No creo que piensen que cuanto más tontos seamos, mejor para ellos, pero es lo que se desprende.

¿Ve solución en que, por una vez, el ministro de Cultura sea alguien relacionado con ella?

Vendría muy bien que supiera de los problemas y la situación, que no fuera un político más al que le ha tocado esto cuando él quisiera estar en otro ministerio, que es lo que pasa a menudo. El criterio para designar al ministro de Cultura es optar por alquien con el que el Gobierno quiere quedar bien.

¿Le gusta la evolución que han tenido las artes escénicas?

He presenciado una evolución extraordinaria, no solo del teatro, sino del país y de la mujer. Desde mi calle en Hospitalet y hasta hoy, he sido testigo y participado en esta transformación fantástica que ha experimentado el país, que estaba tan atrasado.

¿Le fue difícil apostar por la farándula siendo mujer y en plenos 50?

Se produjo de manera natural porque yo estaba estudiando bachillerato y danza clásica. Todo cambió cuando tuve la oportunidad de hacer una cosita en un teatro barcelonés, yo, que quería ser bailarina, una aspiración que deseché por ser actriz al entrar en la compañía del Teatro Romea. Mis padres me apoyaron muchísimo, ambos trabajaban y amaban el teatro, así que no tuve más obstáculos que saltar que yo misma, con mis complejos y mi disciplina.

¿No piensa en descansar?

Estoy muy ilusionada preparando mi nuevo espectáculo así que no lo barajo todavía. Me queda mucho Shakespeare por hacer, por ejemplo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcomercio «Para valorar a los grandes clásicos del teatro hace falta aprender a amarlos»