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ALBERTO PIQUERO
Sábado, 2 de abril 2016, 00:45
Anunció Tricicle que el espectáculo que ayer subió a las tablas del Teatro Jovellanos -y que hoy repite en doble función, a las 18.30 y 21 horas, y mañana, a las 19.30-, 'Bits', sería el último de una trayectoria que comenzó cuando Joan Gràcia, Paco Mir y Carles Sans, los tres permanentes miembros de Tricicle, estudiaban en el Institut del Teatre de Barcelona. Ahora explicaron a EL COMERCIO que al menos habrá un recopilatorio próximamente.
Corría el año 1979 cuando despegaron y desde entonces el grupo artístico barcelonés ha ido desde las calles donde celebraron sus primeros números a las tarimas internacionales, poniendo un sello singular e intransferible al arte del mimo, comenzando por su inauguración con 'Manicòmic', que recibió en 1982 el Premio del Festival de Teatro de Sitges, a la que siguieron 'Exit', 'Slastic', 'Terrific', 'Entretrés', 'Sit' o 'Garrick'. Sin olvidar una actuación tan fugaz como recordada en 'Un, dos, tres... responda otra vez', mediante la cual Chicho Ibáñez Serrador les catapultó del perímetro catalán a los escenarios de todos los meridianos.
La identidad que les caracteriza, en cualquier caso, se ha mantenido en el tiempo. Acaso yendo de las creaciones más inspiradas por un solo tema a las que han conjugado la pluralidad de atenciones, a cuya heterogeneidad pertenece 'Bits', que ya en su estreno hace varias temporadas logró congregar durante las tres primeras semanas a quince mil espectadores y ha sumado hasta hoy un millón. Si se acaban despidiendo será en loor de multitudes.
'Bits' alude a la unidad mínima informática que está en la base de todos nuestros cachivaches tecnológicos actuales. Y en su representación, los tres artistas empezaron por acogerse a una indumentaria luminosa, trasladando la idea a sus figuras, ante una escenografía de pantallas sobre las que discurrió un torrente de 'gags' repletos de ingenio y humor de la casa, mimo inteligente en grado sumo, del que podría decirse que habla, bien que en esta ocasión se permitieran además introducir breves diálogos explícitos.
El planeta cibernético para Tricicle, su parodia de la sociedad de la información, abarcó un amplio abanico, desde el entrenador de fútbol (Carles Sans) que se aproxima en sus compulsiones a la niña de 'El exorcista' viendo jugar a su equipo (quizá una previsión de lo que hoy mismo se podrá contemplar en el Nou Camp) a los tres ancianos olímpicos que compiten en una carrera sostenidos por andadores, el inenarrable 'casting' al que acuden aspirantes dignos de ser admitidos por su extravagancia a prueba de bomba -que pone fin al espectáculo-, el parque zoológico-sociológico que un documental científico podría servir a National Geographic, la enconada disputa entre dos pescadores vanidosos, los inconvenientes de los detectores de metales en los aeropuertos (que irán a más) o las aventuras y desventuras de tres francesas en un supermercado. Uno de los momentos singulares, un homenaje a Les Luthiers, hermanos artísticos de sangre. Una catarata de inteligencia y humor, ovacionada de forma clamorosa.
Tuvieron el detalle los tres de Tricicle de dar protagonismo en casa a una gijonesa, de nombre Lourdes, colaboradora con una pequeña participación en la velada. A la salida, cada uno en una puerta, el trío catalán, se despedía gentilmente de los espectadores uno por uno. Arte y cortesía.
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