1. El festival gijonés atrajo en la jornada de ayer a un concurrido público con intención de pasárselo bien y aprovechar el buen tiempo. 2. Estefanía Viña y Carla Casado pasean por la Semana Negra. Al fondo, la noria. 3. Scarlett Mulero, Telvi Hevia, Saúl Simón y Julio Monteserín posan frente a una atracción de la feria. 4. El público joven fue el protagonista en la tarde de ayer. 5. Las carpas acogen durante la semana sesiones de cuentacuentos.

Semaneros de nacimiento

La Semana Negra también es para niños. El Ratón Vacilón y el nuevo castillo de Mario Kart compiten con las últimas novedades del literatura infantil entre el público más exigente

PPLL

Martes, 8 de julio 2014, 00:52

Hace dos semanas, los colegios colgaron el cartel de vacaciones. Ahora es tiempo para que los más pequeños de la casa disfruten del buen tiempo, aprovechen la playa o la piscina e, incluso, cambien de aires. Por delante tienen casi tres meses para descansar y recargar pilas antes de afrontar un nuevo curso el próximo septiembre. La Semana Negra es también un buen destino para ellos. «Venimos todos los años. No me la pierdo», afirma Óscar González, un joven gijonés de ocho años que ya va conociendo qué esconde el festival que se asoma al mar desde el antiguo astillero naval de Gijón.

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Para los niños, la Semana Negra es un espacio en el que pasar la tarde, pasear y regresar a casa con algún regalo -un globo, un peluche o un poco de algodón de azúcar, por ejemplo- y, cómo no, con la adrenalina alta por haber subido en alguna de las atracciones de la feria. Pero en ella, no solo se mezcla la cultura con el entretenimiento. La variada oferta atrae a todo tipo de público y, por eso, los niños pueden llegar a disfrutar más que sus mayores. En total, diez días para pasarlo bien en familia. Geronimo Stilton, Mario Kart y Bob Esponja se encargan de ello en forma de libro, de cuento o de carrusel de feria. Nadie falta a la cita porque la idea es que durante estos días, los niños se conviertan en los reyes del recinto.

A lo lejos, la gran noria sirve de imán para todos ellos. De cerca, las camas hinchables, los carruseles y las colchonetas reinan entre los más pequeños; mientras que el saltamontes y los coches de choque lo hacen entre los menos niños. «Si por ellos fuera, no saldríamos de la zona de atracciones, si les dejásemos estarían todo el día dando vueltas», bromea la gijonesa Mónica Cortina. Esta es la zona en la que se puede saltar más que los canguros, emular a Fernando Alonso con el coche y donde será necesario unir fuerzas para quitarle la escoba al payaso que cuida del tren.

En cuestión de preferencias, la montaña rusa del Ratón Vacilón sigue siendo la atracción favorita de los niños por lo que acapara el mayor número de miradas. Aunque este año, por primera vez desde hace varios años, le ha salido un competidor: el castillo de obstáculos de Mario Kart, que se estrena en la feria gijonesa. La habilidad necesaria para cruzar de un extremo a otro ha cautivado a los primeros visitantes del fin de semana, algo de lo que no solo los niños han sido testigos. Ambas atracciones capitanean la lista de atracciones favoritas de los más pequeños.

Valentía y emoción en pequeñas dosis demuestran los jóvenes que esperan el momento de sacar la entrada para poder inaugurarse en el recinto ferial. «Lo mejor de la Semana Negra son las atracciones, te enganchan porque son muy divertidas y nos lo pasamos muy bien en ellas», explicó Iker Pérez.

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El límite lo deben marcar muchas veces los padres. Ellos deciden a cuántas atracciones pueden subir sus hijos por día y cuándo es el momento de cambiar de zona. Por lo general, cada niño suele subirse a dos o tres atracciones al día. El precio es la clave de esta tendencia porque un día por cada niño puede salir por más 15 euros si completamos la tarde con la merienda.

La otra mitad de la Semana Negra la forman las casetas y las carpas con actividades y objetos pensados para el público infantil. Libros, cuentacuentos y demás actividades conviven a diario con la noria en el antiguo astillero naval de Gijón. Para unos, es la antesala de la zona divertida; para otros, el lugar en donde comprar ese libro que no han encontrado antes. «Estoy buscando uno sobre romanos porque este año con el colegio fui a la Campa Torres a ver una representación y me gustó», explica Óscar González. Buscar el libro deseado es casi tan difícil como elegir en qué atracción montarse. Hasta el domingo, la diversión y la literatura están aseguradas. A partir de ahí, tocará resignarse con el peluche de la tómbola o el juguete comprado en el mercadillo.

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