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Idoya Rey
Jueves, 7 de agosto 2014, 19:29
Hubo algunos alumnos de la Universidad Itinerante de la Mar (UIM) que renunciaron a las valiosas horas de sueño a bordo del Creoula y decidieron alargar un poco la noche del pasado miércoles. La temperatura invitaba ello, los cuerpos se habían relajado con un baño y deporte en las islas Berlengas, pero, sobre todo, era la última noche de los estudiantes portugueses a bordo. Da mucha pena, ahora que ya estábamos conociéndoles y cogiendo cariño a la gente, comentaban un grupo de alumnos españoles sentados a la luz de la luna en el navío que ya navegaba hacia Lisboa.
A la mañana siguiente se vieron incluso algunas lágrimas: tras el atraque en la base naval de la Marinha Portuguesa en la capital lusa, los instruendos dejaron el buque. Unos para participar en un seminario hasta domingo; otros para no volver, al menos hasta el próximo año. Es una experiencia única. Antes de venir no me hacía a la idea de lo que podía ser esto. Es cansado, pero un cansancio feliz, resumía, aunque con dificultades por lo intenso de la experiencia, Joel Oliveira, estudiante portugués de robótica de 25 años.
En este ecuador del viaje, de la campaña de la UIM que recorre toda la costa de la península Ibérica, el primer turno de estudiantes portugueses regresará a sus casas y serán reemplazados por 17 nuevos instruendos. Viajarán desde Lisboa hasta Barcelona, con paradas en Ceuta, Formentera y Palma de Mallorca, acompañados por los alumnos españoles que se organizan en un único grupo. Muchos de esos que ayer dejaron el Creoula quisieran seguir la travesía. Me encantaría seguir, pero no puedo. He pasado unos días fantásticos y me voy con un poco de saudade, expresaba Filipe Cayolla, de 48 años y arquitecto de interiores.
Coincidía en el balance el más veterano de los alumnos. Fernando Mateus. A sus 56 años califica la travesía a bordo del Creoula como excepcional. Vivo muy cerca del mar, pero me he dado cuenta de que nunca había disfrutado realmente del mar. Porque eso de ver solo mar y que ni el teléfono, el fax o internet pueda interrumpir es maravilloso . Él preside un centro de fundición y se ha ofrecido para reparar la campana que marca los cuartos en el Creoula, rajada desde que un marinero la golpeara con demasiada fuerza en una demostración a instruendos. Si me necesitan yo estoy disponible, insistió.
Las reflexiones llegaban mientras el navío entraba en Lisboa. Una vez atracado el navío los instruendos recibieron el diploma que les acredita las 107 horas de navegación desde Avilés. Han recorrido 552 millas náuticas con varias paradas en las islas Cíes, Oporto y el pasado miércoles, las islas Berlengas.
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