rosalía Agudín
Jueves, 16 de julio 2020, 12:44
Paloma Romero nació en Santiago de Compostela, donde estudió Óptica y Optometrista. Durante los años de carrera conoció a su marido, Nacho Migoya. Con el tiempo, cambió Galicia y se afincó en la capital asturiana.
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Es la directora técnica de Óptica Migoya, cuyo germen se encuentra en la calle Jovellanos. «Primero se fundó la farmacia en 1945 y años más tarde, en 1979, se amplió con esta sección», recuerda. Ambas convivieron durante décadas, pero en 2011 la ley obligó a esta familia a separar los negocios.
Su marido está al frente del primero y ella del segundo, ubicado en la calle Marqués de Teverga. Su sector no dejó de trabajar durante el confinamiento al tratarse de una labor «esencial», relacionada con la salud. Lo que sí cambiaron fueron las formas de atender: «Lo hacíamos con cita previa y a puerta cerrada».
Con estas premisas realizaron todo tipo de encargos. En las primeras fases de la desescalada han notado «un repunte de las reparaciones», valora Romero. «Poco a poco estamos volviendo a la normalidad. Mucha gente con el teletrabajo está notando problemas en la vista y recurren a nosotros».
La parte negativa de esta crisis económica es que algunos artículos relacionados con el cuidado de la vista pasan a convertirse en «productos de lujo». «Las ventas en gafas de sol son mucho menores a pesar del verano», compara.
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