«Esto es más que un trabajo, es un hogar»

Lo hace en uno de los comercios con solera, de los que siempre han estado ahí. «Mi abuela lo abrió en 1946, de aquélla solo se vendía pan, leche y poca cosa más. Fue mi madre la que introdujo los productos asturianos y yo continúo con ellos».

Tablas de queso, chocolates, dulces artesanos, los famosos sobaos de «El Macho» y productos sin gluten conforman la variedad que ofrece a sus clientes. «Por aquí han pasado señoras con sus hijas que ahora ya son abuelas y vienen con sus nietos». Generaciones enteras que han dado esencia a este comercio. «La gente responde y más ahora que hemos vivido momentos muy duros. Nosotros estamos abiertos los 365 días del año. Yo digo que paso más horas aquí que en mi casa; esto es como un hogar, más que un trabajo», valora.

También lo hacen sus clientes y las anécdotas que protagonizan. «Una vez vinieron unos turistas y se llevaron varios productos de aquí. A los pocos días me llaman para darme las gracias por el trato y por la calidad. Mi sorpresa llegó cuando recibo un paquete, a modo de regalo de estos turistas, con productos típicos de su tierra. Me emocioné muchísimo», recuerda.

Porque un comerciante, según Marta Gangoso, es más que un vendedor. Conoce a la clientela y forma un vínculo con ella. «Intento hacerlo lo mejor posible aunque no siempre lo consigo», asevera con modestia y prudencia. Todo detrás del mostrador que la vio crecer y que ha pasado de generación a generación.