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El herbolario la salvó del cierre total durante el confinamiento. Fue el reducto que quedó activo de este comercio de la calle Magdalena que también vende artesanía y regalos. Con su mitad de la tienda abierta, Mari Cruz Rilo pasó el confinamiento trabajando ... media jornada. Fueron días cargados de «incertidumbre» que ahora se van despejando: «La gente se ha volcado mucho en el pequeño comercio, yo tengo clientes nuevos que nunca antes habían entrado aquí».
No teme que sea una moda pasajera porque, dice, «quiero pensar que esto ha venido para quedarse porque la gente se ha dado cuenta de que una calle sin comercio es una calle sin vida».
Esta es la frase que está en boca de todos los comerciantes de la ciudad. «Ha habido una relación de solidaridad entre unos y otros. En mi caso, me adapté a las necesidades de la clientela fomentando el reparto a domicilio, nunca lo había hecho. Aún mantengo a dos clientes que me hacen los pedidos. Esto lo agradeció mucho la gente», cuenta Mari Cruz. Tanto, que hasta una clienta «me trajo unas torrijas». Algo que endulzó el ánimo para seguir a pie de mostrador en pleno Oviedo Antiguo.
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