La historia de dos hermanos y sus cinco tintorerías

Su padre era oriundo de Villaviciosa y su madre, vasca. El cabeza de familia trabajaba en Veracruz en el sector alimentario. Un buen día recaló por el balneario de Cestona, famoso por sus aguas medicinales, donde trabajaba ella. «Llegó aquella especie de Gary Cooper y deslumbró a mi madre». Se casaron por poderes y la matriarca se trasladó a México. Con el tiempo, regresaron y montaron una tintorería, sector que enseguida se convirtió en la tercera a nivel asturiano. Y eligieron Gijón. «Habían barajado también dedicarse a maquinaria de construcción, que en aquel momento estaba en auge».

Hoy sus dos hijos están al frente de un negocio que ha ido creciendo. Tienen abiertas cinco tiendas y hace un lustro inauguraron una lavandería industrial, coincidiendo con la reincorporación de Ángel a Everest. «Ha sido mi hermano el que peleó todo este tiempo. El mérito es suyo. Yo estuve 'volando' fuera durante años», concede Ángel. Ese vuelo tiene que ver con el fútbol. Sus aptitudes le llevaron a fichar por el Marino de Luanco y luego le ofrecieron trabajos vinculados a este deporte.

A los 23 años comenzó de comercial en las editoriales Alfaguara y Santillana, pero los últimos movimientos editoriales y cierta incertidumbre le hicieron volver al negocio familiar por el que ya correteaba de niño. «Empecé repartiendo y me daban propinas». Hace unos años murió su padre y hace dos, su madre. «Él falleció repentinamente y me tuve que hacer cargo en aquel momento. No teníamos ni número de cuenta. Tuvo que venir la Policía a reventar la caja fuerte». Los dos hermanos gestionan y reparten sus tareas. «Francisco es la imagen, el gerente; yo me centro en la parte interna».