Marco Antonio Varela es optimista frente a la nueva situación, a pesar de que su negocio ha sufrido las consecuencias de la pandemia. Echó el cierre cuando así lo dictaron las normas y abrió el primer día en que hubo permiso oficial. «Me pareció ... que abrir el negocio desde el principio era un gesto hacia mis clientes. Para que vean que ya puedes funcionar y para que se contagien las ganas de seguir adelante«.
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La primera semana tuvo mucho trabajo, especialmente en reparaciones, más que en ventas de joyas. «Me pasé los primeros días poniendo pilas a relojes. Venían hasta de tres en tres. Al quedar en casa, la gente saca de sus cajones objetos que tenía olvidados o arrinconados y reparé mucho en el taller«.
Gijonés, Varela lleva 28 años en esta tienda que él montó «porque siempre me había gustado lo manual». Su padre vendía plata a las tiendas. «Yo estudiaba regular así que él me metió en un taller y luego estudié en la Escuela de Gemología de Oviedo, fui la primera promoción». El sector, que lleva en crisis desde hace años, ha evolucionado mucho. «Especialmente en la última década. Hay máquinas nuevas de soldar, microscopios, y tienes que estar al día de todo lo que va saliendo«. No obstante, »para mí sigue primando lo artesano«.
Ha vuelto con más energías que nunca. «Soy muy activo, así que este período de parón lo llevé mal. Por eso ahora estoy muy positivo. Sigo adelante como si no hubiese pasado nada. Si todos ponemos de nuestra parte, saldremos a flote«.
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