La vida te da, en muchas ocasiones, una sorpresa, y de una mala temporada puede surgir tu futuro. Eso es lo que le ha ocurrido a Alfonso Solís. «Atravesaba una mala racha temporal. Trabajos de albañil, de seguridad, en el sector del metal, en ... pintura... Y las cosas no cuajaban». El momento hizo que tomara una decisión, aparentemente banal, pero que marcó el rumbo de su vida profesional. «Una serie de cambios en la vida, malos momentos en lo laboral, salarios bajos, nada salía bien. Estaba solo y cogí un perro para sentirme acompañado. Iban a sacrificarlo y me quedé con él». Es un dálmata, que procede de Zamora, y que sigue compartiendo vida con él, y al que se ha unido una dóberman.
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Esa decisión enfocó su discurrir vital. «Me enganchó el tema de los perros y me apunté a un club de adiestramiento. Mi intención, entonces, fue dedicarme a adiestrar canes, pero de repente, me di cuenta de que existía una laguna en lo referente a la alimentación de calidad para animales».
Fue en ese momento cuando pensó en especializarse en ese ámbito y se convirtió en distribuidor en exclusiva para Asturias de cuatro marcas alimenticias con certificación de calidad.
Desde su tienda Guardianes y compañeros, Solís se ha ido adaptando al mercado y a las demandas que ha visto que existen. «Me dirijo a un público más selecto, más informado; la filosofía es pagar por un producto justo y poder demostrar que es de más calidad que lo que te puedas encontrar en otro lugar».
Desde hace cinco años, Solís vende productos especializados, no solo alimenticios, sino también complementos para mascotas; y a ello ha añadido otra actividad, la peluquería canina. «Dediqué muchas horas a intentar conocer a los perros y me di cuenta de que hay una gran falta educacional pero por parte de los dueños». Además, se lamenta de que «hay mucha mascota de capricho, y más en esta temporada de confinamiento, habría que educar más a la población».
¿Qué le ha cambiado vivir con sus dos compañeros de piso? «Pues, me ha ayudado a comprenderme a mí mismo, a tener más paciencia y a tener una ocupación que me obliga a ser más responsable». Confiesa que ahora, con 44 años, y después de haber vivido con sus dos mascotas, no concibe su vida «sin un perro al lado».
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¿Un sueño? «Una casita con terreno para tener algún perro más y algún otro animal. Igual un burro o una cabra».
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