«El mundo de las tijeras lo inicié con mi madre, modista»

Estilistas Conloa nació en Gijón hace diez años, aunque Conchi López, la dueña del negocio, tenía claro desde hace décadas que su pasión era la peluquería

Miércoles, 15 de julio 2020, 17:19

Conchi López lo tuvo claro desde niña: quería ser peluquera. De todos los objetos que tenía a su alrededor, los ojos se le iban para el que se convertiría en su principal instrumento de trabajo. «Mi madre era modista, así que mi mundo ... de las tijeras empezó con ella».

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Asegura que en su infancia no prestaba mucha atención a los juguetes habituales de la edad. «A mí no había fregona que se me resistiese porque era lo más parecido a los pelos. Era una forma de practicar».

Nació en Avilés, aunque pronto se trasladó a Gijón. Comenzó a trabajar en el sector a los 15 años, así que a sus 48 siente que toda su vida estará «vinculada a esto». Más de tres décadas después es incapaz de cuantificar el número de cabezas que han pasado por sus manos. «He cortado, peinado, teñido y arreglado cabelleras de todos los estilos».

Hace diez años abrió su propio local en Roces, Estilistas Conloa. Cuenta que el trabajo más complicado con el que se encontró en su vida fue «cortar el pelo a un chico mulato». «Era la primera vez que me enfrentaba a un pelo tan duro y encrispado, tenía poca experiencia y se me atascaba la máquina. El chico era de postal, muy guapo, pero tenía una mata de pelo que, en aquella ocasión, me desesperó», rememora.

Situaciones como esta fueron las que le volvieron «muy exigente», pero también procura «ser muy prudente. Hay que mostrarse callada cuando es necesario». La experiencia le permite no acudir como hacía antes a ferias, congresos y actos vinculados con la peluquería, aunque, reconoce, que está al tanto de las novedades. «Ahora hay más cuidado con los productos que pueden afectar a la salud». Y precisamente esto es una de las cuestiones que más le preocupan. «Estoy muy sensibilizada con las personas que acuden y que se encuentran sometidas a quimioterapia, a las que se les ha caído el pelo. Tengo varias clientas en esa situación, por lo que intento ponerme al día en ese tema». Cree que en su profesión «debes ser psicóloga, hablar lo justo y saber escuchar. Un pequeño gesto es muy importante». Y añade que «lo que más daño te hace son las formas y los malos modales, pero se compensa cuando alguna clienta te dice que se va a una boda de mucho nivel a Madrid y a la vuelta me cuenta que varias personas alabaron el peinado».

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Es una amante de la naturaleza. Le encanta «hacer senderismo, caminar, ir de monte». «Soy más de montaña que de playa», admite. Su refugio está en el pueblo sierense de Bendición. «Tengo una casa y escaparme allí es una cura de salud. Me ayuda a desestresarme, es un auténtico relax, allí me siento libre».

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