Cristian García Pastrana reconoce que es «un adicto al trabajo». ¿La razón? Porque le apasiona y, además, considera que en su ramo se requiere un continuo reciclaje «para no quedar atrás».
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Gijonés, de 31 años, es el responsable de El Sol Grupo ... Inmobiliario, un negocio familiar al que sigue vinculada su madre. El se incorporó hace seis años, cuando regresó a España. «Estuve ocho años fuera. Me fui a estudiar ingeniería de edificación y me formé en gestión de empresas. Estuve en Alicante y en Irlanda tanteando el mercado».
Su abuelo fue quien fundó la firma, una pequeña agencia inmobiliaria «al uso», que él ha engrandecido y modernizado y, sobre todo, intenta «adaptar a los nuevos tiempos». Cuenta que, aunque era de esperar que su vida profesional se asentara en el comercio familiar, —«lo mío es vocacional. Nací y me crié en el ámbito del ladrillo y quería poner el foco en ello», reconoce—, también supo «desde el primer momento que si quieres expandirte, has de reciclarte y tratar de innovarte».
Él lo hace, por ello, ha transformado la idea inicial del negocio. «Hemos ido creciendo y estamos más centrados en la promoción». Es optimista, aunque insiste en que es «consciente de que el mundo es muy cambiante». «Con la llegada de la COVID-19, la vida se ha transformado y estoy seguro de que en diez años todo será diferente», sostiene. Por ello, en este tiempo de confinamiento ha aprovechado para hacer algo «muy útil y necesario» para la empresa: avanzar tecnológica y digitalmente. «Trabajo todos los días, aunque sea domingo», pero asegura que saca «alguna hora al día para practicar deporte, especialmente, ciclismo». «También me gusta mucho el fútbol y, por supuesto, tengo muchos y buenos amigos con los que comparto ratos de ocio».
Dicen quienes lo conocen que su carácter emprendedor y ese espíritu de innovación le llevarán muy lejos, pero él asegura que no piensa marcharse de Gijón más allá de lo necesario. «Es una ciudad en la que se vive muy bien y te da la posibilidad de moverte». Aunque alguna escapada le gusta hacer al pueblo de la familia. «Al lado de Sahagún de Campos, nos reunimos unos cuantos porque somos una familia grande. Allí desconecto, son unas auténticas vacaciones. Me voy en el verano unos días y me dedico al deporte y a comer bien. No soy un viajero empedernido porque disfruto mucho estando en casa, pero las escapadas al pueblo son un auténtico balón de oxígeno».
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¿Su casa? «Me he mudado hace poco a un piso en la zona del puerto deportivo. Está bien, al menos a mí me gusta mucho», bromea.
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