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Terry Basterra
Jueves, 18 de noviembre 2021
Una de las investigaciones recientes más importantes que se han llevado a cabo en Euskadi relacionadas con las ballenas la puso en marcha Elena Vecino. La catedrática de Biología Celular de la UPV/EHU encabezó un equipo que estudió el ojo del rorcual varado en Sopela en febrero de 2019 ... . Además de su gran tamaño, el órgano de este mamífero tiene otras características singulares que lo hacen muy diferente del ojo humano. Para empezar su retina está protegida por un una especie de 'cofre' de gran dureza para soportar la presión que se da a grandes profundidades, explica Vecino. Precisamente para proteger al ojo de esta circunstancia y de las bajas temperaturas los rorcuales comunes «tienen la capacidad de retraer el ojo para situarlo detrás de los párpados».
El equipo de Vecino detectó que estos mamíferos marinos «no tienen conos, que son las células responsables de captar el color, por lo que probablemente vean en blanco y negro y tengan una calidad de visión mala». En cambio, sí descubrieron que «las células encargadas de percibir la luminosidad están muy desarrolladas», lo que presumiblemente les es muy útil para disponer de cierta visibilidad en aguas con cierta profundidad y no solo cerca de la superficie o saber si es de día o de noche.
Otra de las líneas de investigación que puso en marcha este equipo de la UPV formado íntegramente por científicas es la de analizar la posible presencia de enfermedades neurodegenerativas en aquella ballena. El ojo forma parte del sistema nervioso central y puede actuar como 'chivato' de la presencia de alguna de estas patologías. En el del rorcual varado en Sopela las investigadoras detectaron una serie de marcadores que advertían de cierto deterioro celular, pero no pudieron determinar si eran fruto del envejecimiento propio del animal o porque, efectivamente, sufriese algún tipo de enfermedad mental degenerativa.
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Estas investigadoras especializadas en ojos de humanos y animales pudieron confirmar lo descubierto con el ojo de la ballena aparecido en Uribe Kosta con el de otro rorcual que apareció varado en la costa asturiana en enero de este año, durante la tormenta Filomena. El siguiente reto que desearían abordar Vecino y su equipo es poder estudiar el cerebro de una ballena cuando vuelva a aparecer un ejemplar moribundo en la costa.
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Aunque no es sencillo, porque uno de los problemas con los que se encuentran, además de que aparezca el cetáceo, es la falta de espacios adecuados para realizar una extracción de un órgano de dimensiones tan enormes. A esto se suma que la actuación se debe realizar de forma rápida para que las células cerebrales sigan vivas y puedan ser estudiadas para poder realizar un correcto análisis científico del cerebro.
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