Luis Miguel Rodríguez Terente sostiene la entrada número 70.000 en una sala del museo. Juan Carlos Román

Los 70.000 asturianos que mejor conocen el alma de su tierra

El Museo de Geología de la Universidad de Oviedo alcanzó hoy esa cifra de visitas desde su apertura, en noviembre de 2001

Octavio Villa

Oviedo

Miércoles, 29 de enero 2025, 21:03

Hay 70.000 asturianos (bueno, parte de ellos son de fuera de la región) que conocen su tierra mejor que todos los demás. Y eso es porque en algún momento de los últimos casi 24 años, desde el 15 de noviembre de 2001, han pasado por el Museo de Geología de la Universidad de Oviedo y, en su mayoría, han podido recibir las explicaciones de su director, Luis Miguel Rodríguez Terente, sobre cómo es la tierra que nos sustenta, cómo son sus rocas y minerales, cómo se generan en función de la presión, la temperatura, los procesos sedimentarios y tantos otros factores e historias, que en ocasiones les llevan al espacio interestelar, como cuando la visita guiada llega a la pieza emperatriz del museo, el meteorito de Cangas de Onís, que atronó a los vecinos del oriente el 6 de diciembre de 1866.

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Y que Terente guarda como oro en paño, junto al resto del millar de piezas que se exponen en el museo y las cerca de 50.000 que forman una de las colecciones geológicas más importantes de Europa, accesible a todos los visitantes de forma gratuita en el primer piso de la Facultad de Geológicas de la Universidad de Oviedo, en Llamaquique, en horario universitario (lo que no deja de ser un inconveniente para su uso 'turístico', pero también fomenta su empleo docente, y con buen aprovechamiento, porque buena parte de los visitantes corresponden a grupos de escolares de todos los colegios de Asturias).

El museo vivió de puertas adentro de la facultad (se entraba por el interior) hasta 2017, cuando, el 26 de octubre, se inauguró la puerta exterior y la primera ampliación del museo, que hoy se ha quedado corto de tamaño. No lo dice un periodista entusiasta, ni tampoco lo postula un director del museo que tiene como objetivo profesional que este museo sea un gran legado científico para la posteridad. Lo asevera el catedrático jubilado Guillermo Corretge, un navarro muy asturiano con orígenes catalanes que indica que «el valor del trabajo de Terente y de cómo ha organizado los fondos va mucho más allá de lo que se ve en la parte expositiva. Yo vengo cada dos semanas y siempre encuentro y aprendo algo nuevo, y he dedicado mi vida profesional a la geología», expresa, añadiendo que «si algo le falta al museo, es más espacio. Espero que lo tenga pronto».

La visita número 70.000

La visita número 70.000 la efectuó uno de los componentes del grupo que, organizado por la Asociación Camina Oviedo, que esta mañana disfrutaron de la visita guiada número 2.260 (se dice pronto) a cargo de Rodríguez Terente, un profesional que adapta «a cada grupo lo que les cuento de cada vitrina, o de cada pieza, porque no es lo mismo hablar, como hoy, con un grupo de personas que ya vienen de una charla mía en Gijón sobre la geología de la Luna, que a niños de primaria o a alguien que tiene su primer contacto con la geología por casualidad».

El grupo de la Asociación Camina Oviedo, con la entrada número 70.000.

La vitrina que contiene el meteorito de Cangas de Onís centra muchas de las explcaciones y de las preguntas.

La última pieza incorporada a la exposición del Museo es esta espectacular calcedonia, variedad ágata, procedente de Río Grande do Sul (Brasil). Su gradación de colores muestra el proceso de enfriamiento de fuera adentro de la calcedonia en formación. Son claramente visibles dos lugares en los que el interior, aún caliente y fluído en su proceso de cristalización, rompió las capas exteriores y generó dos pequeños 'volcanes interiores' que infiltraron material en las capas más externas y crearon los huecos que se ven más hacia el centro de la pieza, como pequeñas geodas.

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Entre las piezas hay sorpresas del nivel de fósiles que en lugar de haber reemplazado sus partes duras por roca, lo han hecho por piritizaciones de hierro, dando así lugar a piezas que parecen directamente animales prehistóricos de acero. O la tabla periódica con elementos reales más completa del país. O el petróleo extraído en Asturias, en varios emplazamientos. O un recorrido en vertical desde la arena de las playas hasta las rocas que se generan bajo el manto de la Tierra y que acaban siendo expulsadas por los volcanes, dándonos indicios de cómo es el interior de nuestro planeta allí donde nunca hemos podido llegar físicamente.

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«Se trata de una colección que, patrimonialmente, tiene un altísimo valor, y su futuro tenemos que abordarlo con serenidad», afirma Rodríguez Terente. Entre sus labores está la recuperación de todo el fondo geológico de la Universidad de Oviedo, a veces ciertamente en riesgo, la catalogación y conservación de la enorme y muy bien surtida litoteca, o la recepción, tratamiento y catalogación de los aproximadamente 1000 ejemplares anuales que recibe el museo en donaciones, de personas que, «independientemente del valor de la donación, que no depende de si es arena de alguna playa o un diamante, sino de su valor científico», pasarán a formar parte del catálogo de donantes del museo.

Próximamente, Terente contará con la colaboración de dos alumnos de formación del profesorado que, como parte de su TFG, comenzarán a ser guías para los alumnos más pequeños que visiten el museo, en una experiencia piloto, y que saldrán por la puerta, ante la mirada cómplice y divertida de la secretaria y recepcionista, Pilar Iglesias, con cara de asombro ante el espectáculo sorpresa que Terente les reserva a los grupos para cerrar la visita. No haremos aquí un 'spoiler'. Sólo les diremos que el espectáculo que rocas y minerales son capaces de ofrecer en determinadas condiciones es cercano a la magia, y que todos están invitados a disfrutar de él.

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