Star Wars, ¿ciencia ficción o metabolismo?

Resulta que, en una galaxia muy lejana, el equilibrio de este mundo de ciencia ficción dependía de una fuerza que conectaba a todos los seres vivos. La sensibilidad a esta fuerza se manifestaba a través de unos pequeños microorganismos llamados midiclorianos. A mayor cantidad de estos microorganismos mayor conexión con la fuerza. Algo parecido existe en el interior de nuestras células, unas estructuras llamadas mitocondrias, las responsables de que podamos respirar. Pero para entender la historia de cómo estos microorganismos pasaron a ser uno más de los orgánulos, hace al menos 2100 millones de años, necesitamos saber qué sucedió antes.

Hace 3400 millones de años un grupo de bacterias innovadoras desarrollaron una nueva forma de producir energía a partir de la luz solar: la fotosíntesis. Este fenómeno tuvo como consecuencia la aparición de un gas tóxico, el oxígeno. El oxígeno es una especie de ladrón molecular, roba electrones a otras moléculas, como el ADN, desestabilizándolas e impidiendo que puedan realizar su función.

En un contexto tan hostil, otras bacterias se adaptaron, y empezaron a utilizarlo en su metabolismo, como combustible en la obtención de energía. Y, por su parte, las células primitivas que no sabían hacerlo se asociaron con ellas. Así, la evolución, seleccionó de nuevo el equilibrio en esta nueva «fuerza», pero seleccionó también un nuevo mecanismo que nos permite estar hoy aquí: la solidaridad.