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'La ciencia con Alba'

Meritocracia y ciencia

Alba Morán Álvarez

Jueves, 20 de marzo 2025, 22:39

La carrera científica es competitiva, desde su comienzo hasta la jubilación. ¿Qué carrera profesional no lo es? Es una pregunta que muchos, no científicos, se hacen. Muchos, la mayoría trabajadores en el sector privado, consideran que el nuestro no es un campo competitivo «de verdad», al fin y al cabo, los científicos famosos son profesores de universidad o investigadores de centros de investigación, en su mayoría públicos. Si no te pueden despedir y eres tu propio jefe ¿qué clase de competencia hay?

Lo que no saben, y no se comparte mucho fuera de la academia, es que dentro de esta no hay espacio para todos. No hay espacio para todos los estudiantes en los laboratorios, solo unos pocos, sobresalientes y afortunados, consiguen uno de esos escasos puestos de colaboración. No hay, después, contratos para todos. La segunda criba de la carrera investigadora es el contrato predoctoral. Un nuevo escrutinio anónimo del CV y el proyecto que hará que solo los mejores se inicien verdaderamente en esta profesión.

Después el filtro se hace más selectivo, continuar tras la tesis es una auténtica carrera de fondo en el que los proyectos de dos o tres años se suceden con periodos de desempleo en los que, salvo que quieras abandonar la carrera, sigues trabajando. La ansiada estabilización, con sueldos inferiores a 2000€ mensuales llega a menudo superados los 40, después de que hayas traído varios cientos de miles de euros a tu centro de investigación, para tus experimentos, pero no para ti.

Y es una suerte poder seguir, porque haces lo que te gusta. Porque tienes el lujo de responder preguntas que son relevantes para el conocimiento de la humanidad y no solo para la rentabilidad de una empresa. Porque trabajar por vocación es el premio de la meritocracia, ¿o no?

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