e.c.
Domingo, 30 de octubre 2022, 02:33
Publicidad
Lo que parece una imagen curiosa sin más esconde, en realidad, toda una fenomenología que los físicos solares aún no llegan a conocer del todo.
El viento solar es común en nuestro Sistema Solar. Se trata de corrientes de partículas cargadas que viajan a enormes velocidades liberadas desde la corona del Sol, la atmósfera superior de nuestra estrella. Normalmente, en la Tierra no notamos sus efectos, ya que chocan contra nuestro campo magnético, que hace de barrera.
Sin embargo, en algunas ocasiones se producen fuertes eyecciones coronales de masa o fulguraciones que nos pueden alcanzar en forma de tormentas solares. Las consecuencias más usuales percibidas desde nuestro planeta son las auroras boreales: la gran cantidad de partículas cargadas llegadas desde el Sol chocan con nuestra atmósfera, interactuando con nuestra magnetosfera y creándose las vistosas luces celestes que normalmente solo se dan en altitudes polares, si bien pueden dar en otras más inusuales si la tormenta es más fuerte de lo normal.
Pero también existen otros efectos más nocivos, aunque normalmente más raros: en el caso de las tormentas solares más extremas, estas partículas cargadas pueden dar de lleno contra nuestros satélites en órbita. Por ejemplo, el pasado mes de marzo, SpaceX reportó que cuarenta de sus 'soldados satelitales' de Starlink quedaron literalmente 'fritos' por una tormenta solar. Incluso pueden afectar a las redes terrestres, como ocurrió durante el conocido como evento Carrington, que en 1859 provocó que colapsaran las incipientes líneas telegráficas del mundo entero.
La 'sonrisa' que precede a la tormenta
Estos agujeros coronales preceden muchas veces a tormentas solares que pueden alcanzarnos en apenas horas, de ahí que los expertos estén muy atentos a cada una de las manchas que surgen en la superficie del Sol. De hecho, esta foto del pasado día 26 antecedió a una tormenta que golpeó la Tierra este viernes, tan solo dos días después, según explicó SpaceWather.com.
Publicidad
Nuestra estrella tiene un ciclo de actividad de 11 años determinado por el número de manchas. En este momento nos encontramos llegando a un máximo solar, por lo que es normal que en este periodo se produzcan más tormentas solares como las registradas en los últimos meses.
Si bien se esperaba un máximo 'tranquilo', como el anterior, todas las predicciones se quedaron cortas y cada semana se registran llamaradas y fulguraciones muy potentes que lanza nuestra estrella por todo el Sistema Solar. Y eso que aún no hemos alcanzado el pico de máxima actividad, que se espera para 2025.
Publicidad
Aún así, calma. «No hay que estar preocupados, sino preparados. No podemos controlar la naturaleza, pero sí entenderla», explicaba para ABC Javier Rodríguez-Pacheco, catedrático de Astronomía y Astrofísica de la Universidad de Alcalá (UAH) e investigador principal de EPD, las siglas del instrumento Energetic Particle Detector (Detector de Partículas Energéticas en su traducción al español) a bordo de la misión Solar Orbiter, una nave que está acercándose al Sol para 'escudriñar' de cerca a nuestra estrella y desentrañar algunos de sus misterios, incluidos los ciclos solares.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.