El ratoncito Pérez de las enfermedades

El ratoncito Pérez siempre se esforzó, o al menos eso me parecía a mí, en recoger mis dientes poco después de que cayesen. Nunca habría imaginado que, entre las cosas que se podían hacer con esos dientes, estaba fabricar neuronas. Y que además servían para luchar contra las enfermedades neuronales raras como la ELA, la ataxia o la esclerosis múltiple.

Resulta que estos dientes guardan en su interior unas células muy especiales: células madre de la cresta neural. Estas células sirven para generar los dientes, pero, además conservan la capacidad de convertirse en neuronas del sistema nervioso periférico, como las que forman nuestros nervios y los ganglios nerviosos de nuestros órganos. Y tienen una ventaja adicional, tiene las mismas mutaciones que su donante. Si el niño que ha perdido un diente tiene una enfermedad rara, las neuronas derivadas de estas células madre permitirán estudiar algunas claves moleculares de la enfermedad.

La diferencia entre los distintos tipos de células de nuestro organismo está en qué regiones del ADN, igual en todas ellas, se está expresando. Las células madre tienen la particularidad de tener el potencial de dar lugar a más tipos celulares distintos. Ajustando estas condiciones ambientales, en función de los componentes del medio con el que se cultivan estas células en el laboratorio, pueden generarse estos modelos celulares de medicina personalizada.

Precisamente los dientes de leche son la materia prima de las investigaciones del Dr. Salvador Martínez, investigador del Instituto de Neurociencias (CSIC) y catedrático de la Anatomía y Embriología Humana de la Universidad Miguel Hernández, quien puso a punto la técnica indolora que permite evitar el uso de biopsias de piel, la estrategia típica. Todo gracias a la solidaridad de niños y ratoncitos, que recogieron y enviaron el diente de forma adecuada para hacer la técnica.