¿Se puede contagiar el cáncer?

La respuesta parece casi evidente: no, ¿verdad? Y aun así a menudo hablamos de esta enfermedad como si fuese un agente infeccioso, un bicho ajeno a nosotros al que hay que destruir. Una descripción mucho más acertada sería decir que el cáncer es una parte de nosotros mismos que ha dejado de funcionar bien. Un grupo de células que han roto el delicado equilibrio de la vida, que requiere de forma irremplazable que todas las partes que integran un organismo sean solidarias entre sí.

No obstante, existen agentes infecciosos, como el virus de papiloma humano, cuya infección puede provocar cánceres en el ser humano, como ocurre con el cáncer de cuello de útero, pene o algunos tumores de la vía oral. Para enfrentarnos a este mecanismo hemos desarrollado vacunas específicas que permiten reducir el riesgo a desarrollar este tipo de enfermedades. Pero, además, la idea de un cáncer contagioso no es irreal, sucede, de hecho, en otras especies.

Este es el caso de los cánceres faciales de los demonios de Tasmania, un tumor contagioso que se originó en una hembra de esta especie marsupial. Las células tumorales de esta hembra son capaces de pasar de unos individuos a otros, manteniéndose y poniendo en peligro la supervivencia de la especie. También existe un tipo de cáncer contagioso en perros, el tumor venéreo transmisible (CTVT) que se transmite durante el apareamiento. Y quizás menos conocido pero muy investigado por científicos gallegos de la Universidad de Santiago, el cáncer en berberechos, en el que las células tumorales pasan de unos bivalvos a otros a través del agua, de forma parecida a como sucede en el proceso de formación de metástasis en nuestro torrente sanguíneo. Entender los procesos moleculares que permiten esto nos ayudará también a entender cómo funcionan las metástasis en otras especies como la nuestra.

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