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¿Por qué cambian los bosques en otoño?

Con el fin del verano los árboles de Asturias nos regalan un espectáculo de colores vibrantes. Este despliegue no es solo bello, sino también una estrategia de supervivencia basada en cambios moleculares frente al acortamiento de los días

Viernes, 27 de septiembre 2024, 00:01

Cada otoño, los bosques de Asturias nos regalan un espectáculo de colores vibrantes que marca el fin del verano. O, al menos, lo hacen aquellos bosques que conservan especies autóctonas de hoja caduca. Pero, este despliegue de color no es solo bello, sino también una estrategia de supervivencia basada en cambios moleculares frente al acortamiento de los días.

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El proceso comienza con la capacidad de los árboles para detectar la disminución de la luz solar, al que denominamos fotoperiodo. A medida que las noches se alargan, las plantas desencadenan la formación de una capa de abscisión en el punto donde la hoja se une al tallo. Esta capa, compuesta por un material impermeable llamado callosa, bloquea el transporte de nutrientes, preparando a la planta para la temporada de inactividad.

Este bloqueo tiene un efecto crucial: reduce el flujo de savia, que transporta azúcares y minerales esenciales para la fotosíntesis. Sin este suministro, las hojas ya no pueden producir clorofila, el pigmento verde que enmascara los otros colores durante la primavera y el verano. Así, con la reducción de la actividad fotosintética, la clorofila se degrada y deja al descubierto los carotenoides, responsables de los tonos amarillos y naranjas.

A medida que la planta moviliza nutrientes como fosfatos hacia el tronco para conservar energía, ocurre otro fenómeno muy interesante: la síntesis de antocianinas, pigmentos que producen los intensos rojos y púrpuras. Las antocianinas protegen las hojas del daño solar y la oxidación durante el otoño, permitiendo que el árbol recupere nutrientes antes de que caigan. Además, estos pigmentos pueden disuadir a los herbívoros al indicar que las hojas son menos nutritivas o contienen compuestos tóxicos.

Este último estallido de color es una señal de los cambios moleculares invisibles que permiten a los árboles prepararse para sobrevivir al invierno.

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