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Esta es la primera imagen del agujero negro en el corazón de nuestra galaxia

Un equipo de más de 300 científicos logra la primera imagen de Sagitario A*, un monstruo de 4 millones de masas solares que devora estrellas en el núcleo de la Vía Láctea

Luis Alfonso Gámez

Jueves, 12 de mayo 2022

«Vamos a ver algo nuevo, raro, extraordinario, en el centro de la galaxia», ha dicho el español Xabier Barçons, director del Observatorio Europeo Austral (ESO). «Es muy interesante estar aquí para mostrarles la primera imagen de este enigma», ha añadido Huib Jan van Langevelde, director del proyecto del Telescopio Horizonte de Sucesos (EHT por sus siglas en inglés). Así acaban de presentar en Garching (Múnich) los científicos del EHT la primera foto de Sagitario A*, el agujero negro del centro de la Vía Láctea, nuestra galaxia.

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Sagitario A* está a unos 27.000 años luz de nosotros, tiene 4 millones de masas solares y actúa como un gigantesco sumidero hacia el que se precipitan las estrellas de su entorno. Es lo que ven sobre estas líneas. O, mejor dicho, lo que no ven en el centro de la imagen, ese espacio negro dentro de un anillo brillante . El hallazgo se ha presentado, al mismo tiempo, en conferencias de prensa en Washington, Santiago de Chile, Ciudad de México, Toio, Taipéi y Madrid, y se publica en un número especial de 'The Astrophysical Journal'.

Un agujero negro nace cuando, al final de su vida, una estrella explota como supernova, colapsa y empieza a succionar toda la materia de su entorno. No es un espacio vacío, sino una región con una inmensa cantidad de materia comprimida en muy poco espacio. Eso hace que su atracción gravitatoria sea billones de veces superior a la de la Tierra y ni la luz pueda escapar de él. Los hay de dos tipos: los estelares –de hasta decenas de masas solares– y los supermasivos del centro de las galaxias, como Sagitario A*.

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Una antena tan grande como la Tierra

El EHT es un conjunto de ocho radiotelescopios de América, Europa –el Observatorio IRAM Pico Veleta, en Granada–, África y la Antártida que funcionan en red como si fueran una antena del tamaño de la Tierra. La colaboración, en la que participan más de 300 científicos, nació en 2015 para obtener las primeras imágenes directas de agujeros negros, un tipo de astros cuya existencia propuso en 1784 el geólogo y clérigo inglés John Michell y en 1915 predijo Albert Einstein.

Hay agujeros negros estelares más cercanos, pero el EHT centró desde el principio su mirada en dos lejanos pero supermasivos, Sagitario A* y el del centro de M87 –una galaxia elíptica muy brillante y cercana–, que por su gran tamaño los científicos consideraban más fáciles de cazar. Acertaron. El 10 de abril de 2019, el consorcio presentó al mundo la primera foto de un agujero negro; en realidad, del anillo de materia que está a punto de precipitarse en su interior y desaparecer para siempre.

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La imagen de M87, que se encuentra en el centro de la galaxia del mismo nombre a 55 millones de años luz, dio la vuelta al mundo. Allí estaba un gigante de 6.500 millones de masas solares y 9.000 millones de kilómetros de diámetro (entraría dentro de él el Sistema Solar hasta Neptuno). «Es un día histórico», subrayaron en varias ruedas de prensa simultáneas –en Bruselas, Washington, Santiago de Chile, Shanghái y Taipéi– los científicos del EHT. Y anunciaron cuál iba ser el próximo objetivo, Sagitario A*, mucho más pequeño, pero también mucho más cercano.

Los dos agujeros negros, han destacado los investigadores, se ven muy parecidos a pesar de que el de la Vía Láctea es mucho más pequeño. «Tenemos dos tipos completamente diferentes de galaxias y dos agujeros negros de masas muy diferentes, pero cerca del borde de estos agujeros negros se ven increíblemente similares», ha destacado Sera Markoff, copresidente del Consejo Científico del EHT y astrofísica de la Universidad de Ámsterdam.

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Estrellas a velocidades vertiginosas

Los astrónomos Bruce Balick y Robert Brown descubrieron en 1974, usando el Observatorio Nacional de Radioastronomía (NRAO) de Estados Unidos, una fuente de radio muy compacta y brillante en el centro de la Vía Láctea. No sabían lo que era y, para diferenciar el extraño objeto de otros de la región, Brown lo bautizó en 1982 como Sagitario A*. Con el paso del tiempo, ganó peso la hipótesis de que la fuente de radio era un agujero negro supermasivo y en 1994 se calculó su masa en 3 millones de veces la del Sol.

Simulación de las órbitas de las estrellas muy cerca del agujero negro supermasivo del centro de la Vía Láctea. ESO / L. Calçada / Spaceengine.org

En los años 90, dos equipos independientes de astrónomos, liderados por el alemán Reinhard Genzel y la estadounidense Andrea Ghez, estudiaron las órbitas de las estrellas próximas al centro galáctico –donde hay 10 millones de astros en solo 3 años luz– y concluyeron que había un objeto invisible supermasivo, que solo podía ser un agujero negro, que tiraba de ellas y las hacía moverse a velocidades vertiginosas. Esa identificación de Sagitario A * como agujero negro les hizo merecedores del Nobel de Física de 2020.

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Hoy en día, los astrofísicos creen que, si no todas, muchas galaxias tienen en su centro un agujero negro supermasivo como Sagitario A*. Aunque el primero fotografiado, M87, es más de mil veces más masivo que el del centro de nuestra galaxia, no es el más grande conocido, ni mucho menos. Ese record lo ostenta TON 618, con 66.000 millones de masas solares y un diámetro de 390.000 millones de kilómetros, 2.600 veces la distancia que separa la Tierra del Sol.

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