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Es realmente difícil imaginar la resistencia que debe de tener una pequeña ave que mide apenas medio metro de longitud para ser capaz de recorrer más de 6.000 kilómetros sobre el océano Atlántico batiendo sus alas durante semanas. Es sin duda una hazaña inverosímil, pero esa es realmente la distancia que recorre desde hace seis años un ejemplar de 'Larus Delawarensis', más conocido como Gaviota Delaware, que acostumbrada a los fríos climas norteamericanos y canadienses, un día decidió invernar en la costa avilesina.
Los encargados de avistar y registrar sus viajes transoceánicos, como siempre, son los miembros del Grupo de Ornitología Mavea, que avalan la singularidad de este ejemplar. «Se trata de un espécimen que lleva seis años invernando en Avilés y no tenemos muy claro el por qué. Lo hace en cola del estuario de la ría y también en el parque de Ferrera», explica César Álvarez Laó, que ha sido capaz de fotografiarla.
Según el ornitólogo avilesino, «se trata de una especie divagante que realmente no tiene unos patrones fijos. Cruza el Atlántico para pasar el invierno aquí y fue en los años 80 cuando empezó a verse en el oeste de Europa sin un motivo aparente».
Se sabe que las poblaciones de gaviotas Delaware que había en los grandes lagos americanos empezaron a disminuir y aquí tampoco es que haya muchos ejemplares, por lo que es un privilegio para el ecosistema avilesino. «De tamaño es intermedia entre una gaviota patiamarilla y una reidora. Se le reconoce muy bien porque tiene las patas verdes y pico amarillo con anillo negro, además, esta en particular tiene una cicatriz muy singular en el pico», indica Álvarez Laó.
Queda patente que Avilés y su ecosistema es propicio para acoger todo tipo de aves invernantes y esta aventurera norteamericana no es la única que ha establecido una base fija en nuestra costa. Este año, y por cuarto invierno consecutivo, se ha vuelto a ver a un pareja de Garza Real en el parque de Ferrera, toda una experiencia para los amantes de las aves.
«Los adultos salen a pescar en la cola de la ría y luego hacen los nidos en el parque. Además, este año han llegado tempranísimo, hubo dos pollos que ya salieron en febrero y están haciendo sus primeros vuelos», comenta el ornitólogo César Álvarez Laó, que igual que con la gaviota Delaware, también en esta ocasión ha sido capaz de registrar con su cámara a alguno de estos ejemplares.
Lo cierto es que la Garza Real o 'Ardea Cinerea' no es muy numerosa como ave nidificante en nuestro país, aunque se encuentra en expansión y en cambio sí es mucho más fácil de ver durante los inviernos y los pasos migratorios. Para quien quiera salir en busca de estos ejemplares, además de guiarse por las fotos, cabe destacar el enorme tamaño de los adultos, que con las alas abiertas pueden alcanzar una envergadura de hasta dos metros de longitud.
Más allá del avistamiento de estas especies singulares, el balance que hacen desde Mavea de los últimos meses es que ha sido «un invierno normal, pero es verdad que hay una tónica general que percibimos desde hace años y es que cada vez bajan menos aves invernantes del centro y norte de Europa porque hace cada vez menos frío y no necesitan buscar temperaturas más cálidas», advierten los expertos sobre un problema que es global.
Sobre todo, aseguran, se nota en numero de gaviotas. «La ría de Avilés tenía una de las principales poblaciones, de varios miles, y ahora se cuentan por decenas, en patiamarillas menos de un centenar y dos centenares en el caso de la reidora», asegura Álvarez Laó.
Además, los expertos han apreciado otro fenómeno particular. La mayoría de reproductoras se pasan a los tejados de las ciudades porque están aprendiendo a obtener recursos en el medio urbano». En esta línea, desde Mavea se posicionan sobre las políticas de control de poblaciones que se llevan a cabo en nuestra ciudad.
«No sirve quitar el mayor número de nidos posibles sin sentido, sólo deberían quitarse los conflictivos de verdad, lo que hacen es mover la misma población de un lado para otro». También consideran que «es absurda la erradicación de estorninos porque cada año hay menos», aseguran.
Para terminar su balance de lo que va de año, desde el grupo repiten una advertencia sobre el ecosistema natural de la ría avilesina. «Seguimos teniendo un grave problema de erosión en el sistema dunar de Zeluán, que depende en gran medida del trasiego de los barcos y de los usos humanos porque desde la pandemia hay cada vez mas gente en esta zona, se pudo comprobar en Semana Santa, y el comportamiento no siempre es el ideal, por ejemplo sueltan perros cuando está prohibido», denuncian.
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Cristina Cándido y Álex Sánchez
Lucía Palacios | Madrid
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