La farola junto a la escalera no tiene baldosas y es también un peligro. LVA

«Estoy viva de milagro, estas escaleras son un gran peligro»

Marisol Soto se rompe huesos de la cara, la mano y el brazo al caer en Severo Ochoa, un punto en el que los accidentes son muy frecuentes

YOLANDA DE LUIS

AVILÉS.

Miércoles, 22 de diciembre 2021, 00:18

Todavía convaleciente, «y lo que me queda», Marisol Soto saca fuerzas para denunciar, con la esperanza de que se la escuche y se ponga remedio, el mal estado y la inseguridad de las escaleras que comunican Juan XXIII con el último tramo de Severo ... Ochoa, donde se cayó hace dos semanas rompiéndose huesos de la cara, la mano y el brazo. «Estoy viva de milagro, estas escaleras son un gran peligro y tendrían que, al menos, colocar una barandilla, si hubiera estado puesta a mí no me habría pasado nada», lamenta.

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Marisol Soto, convaleciente, junto a las escaleras en las que sufrió la caída. lva

Sucedió el día 9 de este mes. Para provocar la caída bastó el mal estado en que se encuentra la zona de alrededor de una farola a la que le faltan las baldosas y donde ella pisó para dejar paso a una mujer que iba por la acera con sus hijos. A partir de ahí no recuerda qué sucedió, sólo que terminó al final de las escaleras y que inmediatamente llegaron para socorrerla trabajadoras del supermercado Masymas, a las que está especialmente agradecida.

Las heridas sufridas la llevaron directamente al Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA), donde tuvo que ser operada por los huesos rotos en la mano y el brazo, y atendida por maxilofacial, porque se rompió también varios huesos del lado derecho de la cara. La gravedad de las heridas la dejó ingresada en el centro hospitalario casi una semana y los médicos ya advierten de que la convalecencia va a ser larga y su reincorporación al centro de estética que regenta desde hace décadas llevará muchos meses.

«Una barandilla no cuesta tanto y sería la solución para dar seguridad a unas escaleras que son muy peligrosas»

Su intención es denunciar al Ayuntamiento por la situación en que se encuentra esta zona, pero eso es lo de menos ahora, lo que persigue es que se la escuche y se coloque una barandilla que evite caídas como la suya desde una altura de dos metros, que no es la primera vez que sucede.

Su marido también se había caído en estas mismas escaleras, con más suerte que ella, porque no sufrió heridas graves, solo el dolor del golpe. «Pero es que ahora todo el que me pregunta que qué me pasó me comenta que conoce a alguna otra persona que también se cayó aquí, incluso el abogado con el que hemos contactado nos ha dicho que lleva más casos de este mismo sitio».

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De momento ella evoluciona favorablemente de las heridas, pero podría haber sido todavía más grave. «Lo que no quiero es que esto se repita, una barandilla no cuesta tanto y sería la solución para dar seguridad a unas escaleras que son muy peligrosas».

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