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Á. F. S.
AVILÉS.
Viernes, 23 de agosto 2019, 01:32
Rivero sufrió hace 25 años un importante lavado de cara, en paralelo a su proceso de peatonalización. En agosto de 1994 se celebraron en la calle unas fiestas por todo lo alto para celebrar el fin de unas largas obras y la adquisición de la nueva imagen, destinada a mejorar sus infraestructuras, tanto de saneamiento como de abastecimiento de agua, el alumbrado y, lo más visible, cambiar las losetas del suelo, tanto de las acercas como de la calzada.
Hubo música, barras instaladas en la calle, frente a la fuente de los Caños, regalando las consumiciones durante el acto oficial para festejar el final de las obras, unas obras cuyo presupuesto inicial fue de unos 901.518.69 euros aun que finalmente supusieron por aquel entonces un coste de unos 703.184.58 euros y tardaron todo un año en llevarse a cabo.
Aquel día, Santiago Rodríguez Vega, alcalde de Avilés en esa época, reinauguraba la calle con las siguientes palabras: «Se abre hoy un nuevo ciclo en la historia de Rivero para continuar siendo la puerta de Avilés». Rodríguez Vega y su equipo recorrieron la calle a pie, precedidos por la Banda de Música San Fernando, que amenizaban la jornada festiva a todos los avilesinos que llenaban, tanto a lado izquierda como a lado derecho, la calle de Rivero, desde la plaza de España hasta la avenida Cervantes. El objetivo principal de aquella rehabilitación, según palabras del propio alcalde, era «hacer posible que Avilés conjugue la realidad industrial con los elementos históricos, para avanzar al futuro sin perder nuestra historia». También por aquel entonces vecinos y hosteleros de la zona se planteaban la posibilidad de recuperar las fiestas de San Pedro, las cuales tradicionalmente se celebraban en la misma calle y habían convertido a la misma en un emblema de Avilés.
Estas obras formaban parte de un gran proyecto que comprendía otras zonas como la calle Galiana y el barrio de Sabugo. Tras la rehabilitación de estos tres núcleos neurálgicos de la ciudad, el siguiente paso fue, en octubre de ese mismo 1994, completar por completo el proceso con la peatonalización definitiva de las principales vías del casco antiguo de la ciudad y la construcción de un aparcamiento subterráneo de la plaza España, la renovación de la pavimentación de la plaza Alvarez Acebal y Camposagrado, así como también el de las calles de San Francisco y La Fruta.
Estas obras evidenciaron el deterioro de las infraestructuras de las viviendas colindantes de la calle y la necesidad de una renovación de determinadas viviendas en riesgo de abandono. Abandono que en muchos caso finalmente se produjo.
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