C. R.
AVILÉS.
Miércoles, 25 de septiembre 2019, 00:58
La familia de Paloma Barreto no tiene posibilidad económica de hacer frente a la repatriación de su cuerpo, pero sus amigos de Alicante intentan que sus restos mortales puedan descansar, al menos, en su lugar de residencia habitual. Por ello han pedido ayuda al Consulado de Brasil, que se habría comprometido a tramitar la petición ante la embajada. Al parecer, la víctima tenía un seguro de vida, pero no de deceso.
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Paloma Barreto, de 38 años, vivía en España desde 2005, a donde emigró convencida por un amigo de las posibilidades de prosperar en este país. Peluquera de profesión, no encontró lo que esperaba y pronto comenzó a explotar su cuerpo. Se había puesto implantes de pecho, pero estaba pendiente de una operación genital, con la que remataría el cambio de sexo y trató de cambiar sin éxito su perfil profesional, y llegó a establecerse incluso como peluquera canina, pero los rendimientos económicos de la prostitución la retenían en este mundo.
Propietaria de tres perros y deportista, le gustaba vivir cerca de la playa y el amable clima mediterráneo, tal vez lo más parecido que podía encontrar en España a su Porto Alegre natal, una de las ciudades más importantes de Brasil.
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