La Atlética Avilesina llevó en 1933 su sede al primer piso del antiguo Café Cienfugos, en El Parche, donde hoy está el inmueble Precios Únicos.
Recuerdos del deporte

Las sedes de la Atlética Avilesina (I)

Constituida en un banco del parque de El Muelle, en los primeros años varió sus domicilios sociales, pasando por La Exposición y El Parche

Alberto Rendueles

Avilés

Lunes, 17 de marzo 2025, 08:08

A lo largo de sus ya más de noventa años de existencia, la Asociación Atlética Avilesina ha contado con numerosas sedes, a través de las cuales poder organizar sus actividades. Estas se iniciaron en el primer acto fundacional, que tuvo lugar el 19 de septiembre de 1932 en aquel banco del parque de El Muelle en el que se reunieron un grupo de jóvenes con el fin de formar un nuevo club en el que se aglutinasen todas las inquietudes deportivas locales que no estaban amparadas en el Stadium Avilesino, principal entidad de entonces.

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Como era evidente, era obligado pasar de un banco a una sede fija para que la Atlética pudiese asentarse y progresar. Fue entonces cuando los gestores de la nueva entidad se pusieron en contacto con David Arias, por entonces alcalde de la villa, para buscar una solución. Este les asignó un stand en el pabellón de ganados de La Exposición, en Las Meanas, cuyo recinto era aprovechado para ser utilizado como pista de entrenamiento y gimnasio al aire libre. De esa forma dispusieron de un local en el que poder relacionarse a efectos federativos y con otras entidades.

A finales de 1933 se lograba disponer de una nueva ubicación. En esta ocasión, la Atlética Avilesina se trasladaba a lo que en esa época se conocía como Altos del Café Cienfuegos o Café Covadonga, donde su propietario, don Abel, les arrendó a bajo precio la planta primera, que disponía incluso de tres balcones que miraban a la Plaza de España.

Una ubicación en la que hoy en día se asienta el edificio conocido como Precios Únicos, y en la que el club polideportivo disponía de una gran mesa central para reuniones o juegos, además de veladores y sillas para descanso de los asociados.

A pesar de esta cambio, no se abandonó el stand y el espacio que se les facilitó en La Exposición, ya que la Atlética lo siguió utilizando para depósito de material deportivo, vestuario y entrenamiento de varias de sus disciplinas competitivas. Pero el local del Café Cienfuegos era otra cosa, ya que allí se podía ejercer una verdadera actividad burocrática y animó a muchos convecinos a unirse al proyecto deportivo, dada su ubicación céntrica en la villa.

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Desde esta nueva sede se avanzó en las disciplinas que se pusieron en marcha en la época. Uno de sus más recordados fundadores, Ramón Granda, dejó escrito como eran aquellos tiempos, en un relato muy detallado: «En una mesa, Edmundo Rodríguez (aquel de la Balsa de Edmundo), con sus colaboradores, planeaba interesantes proyectos para su sección náutica (natación, waterpolo y remo)».

Más allá Helge Sanwich, un noruego afincado en Avilés, por mor de la madera del Báltico, trasteaba con los suyos la sección de atletismo. Hurlé con la de boxeo, Albertín Campanal, la de fútbol infantil. Valentín del Río con la de ciclismo. Cayetano Prada con la de prensa y propaganda. Hermógenes, el bueno y siempre recordado Hermógenes, con Laro Espolita, iniciaban la ronda ajedrecista que también tenía sus muchos adeptos.

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Necesidad de un gimnasio

La satisfacción de haber logrado tan buena ubicación no impidió que se buscase algo tan necesario como un gimnasio. Y se lograba a escasos metros, en la calle La Fruta, gracias a Alvarito Álvarez, que les habilitó un espacio junto a su funeraria, especialmente en los días de lluvia. Un local que se mantuvo en combinación con la propia sede y con el espacio con el que contaban en La Exposición, que era gratuito por la cesión que les había hecho el alcalde.

Poco tiempo después se tomó la decisión de irse del Café Cienfuegos para centrarse en el local de la calle La Fruta, y así evitar la duplicidad de gastos. En esta tercera ubicación se pasó a tener un ring para el boxeo, y se habilitó una pequeña sala de estar, además de vestuarios y duchas, en los que era habitual ver entrenarse a los púgiles La Pantera de Sabugo, Josenín, Abel, Panadero de Arnao o César Tellerín (El Marino), que defendieron los colores de la Asociación Atlética Avilesina por toda Asturias, con una gran productividad de resultados y títulos regionales incluidos, que dieron buena cuenta del buen nivel que atesoraban.

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Aquí también se fomentó el fútbol infantil, que fue animada por don Manuel Wes, director de La Voz de Avilés por aquel entonces, y entre cuyos primeros jugadores había personajes que luego fueron tan reconocidos en la ciudad como Antonio José González Muñiz (premio nacional de Periodismo 'Francisco Franco') o Paco Bayón.

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