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ALEJANDRO L. JAMBRINA
AVILÉS.
Domingo, 1 de noviembre 2020, 00:51
Aer cada quien decidió celebrar Halloween de una forma diferente. Los hubo que se disfrazaron y salieron a la calle a para asustar al personal, otros prefirieron quedarse en casa disfrutando de los dulces típicos de esta festividad y un pequeño grupo de valientes recorrieron las calles de Avilés descubriendo la historia de algunas de las brujas más famosas de la historia a través de algunos de los edificios de nuestra villa.
La actividad estuvo organizada por la entidad cultural 'Cuéntame un Cuadro' y al frente de la expedición estuvo la historiadora y colaboradora de LA VOZ DE AVILÉS, Arantza Margolles.
El recorrido comenzó frente al Palacio de Valdecarzana, donde les recordó a los presentes el incendio que destruyó la villa avilesina en noviembre de 1478 «y que coincidió con la creación del Tribunal de la Santa Inquisición, que juzgó a la primera 'bruja' asturiana, Theresa Prieto, conocida como la estriga de Jove», relató Margolles, antes de adentrarse en los escabrosos detalles del desenlace que tuvo el juicio de esta hechicera asturiana.
La macabra e histórica ruta siguió su recorrido, deteniéndose frente al edificio del Ayuntamiento para ahondar en la que suele ser la historia de brujería más conocida en nuestro país: la de María de Ximildegi y el aquelarre de brujas de Zugarramurdi, allá por 1609. «Se juzgó a más de cuarenta personas, seis de ellas acabaron quemadas vivas. Sin embargo, no solían aplicarse penas tan grandes a las brujas en nuestra corona, ni siquiera en esta época de enorme poder», puntualizó la historiadora, para consuelo de los presentes.
El imponente Palacio de Ferrera fue el escenario de la tercera historia de la tarde y en ese punto los asistentes ya estaban inmersos en las historias de brujería, presas de las historias que Arantza Margolles supo enhebrar entre las callejuelas de la villa.
La siguiente protagonista fue Ana María García, «acusada de brujería y obligada a recibir instrucción cristiana y a recibir doscientos azotes». Bajo el pórtico de la iglesia de San Nicolás de Bari llegó la historia hasta 1790, año en el que esta iglesia es aún un convento franciscano y en el que fue juzgada Rafaela de Armas, «a quien podríamos llamar la bruja vudú».
En la plaza de Álvarez Acebal terminó la ruta con un relato sobre otras dos brujas, Claudia Elías y Juana García. Una tarde de Halloween didáctica y macabra que sirvió para reflexionar, en definitiva, sobre los ataques injustificados que sufrieron muchas mujeres a manos de aquellos que han escrito nuestra historia.
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