Secciones
Servicios
Destacamos
Fundado en torno a 1890, Casa Lin es uno de los restaurantes con más solera de Avilés y raro es ver mesas vacías en su comedor según se va acercando el fin de semana. Esta semana su nombre volvió a resonar con fuerza merced ... a una visita más que especial, la de Su Majestad el Rey Don Felipe VI. El jueves al mediodía, el monarca acudió al conocido establecimiento avilesino para comer junto a, entre otros comensales, Graciano García o Ana Isabel Fernández Álvarez, presidenta de la Fundación Princesa de Asturias.
Ocurrió después de su presencia en las celebraciones del primer siglo de vida de ALSA, y de los 175 años de Mantequerías Arias, para acaparar las miradas tanto de los clientes de Casa Lin dentro del establecimiento, como de los curiosos que se acercaron al local una vez se fue corriendo la voz. Y es que aunque la reserva para diez personas llegó con unos días de antelación, no fue hasta el mismo jueves cuando en Casa Lin se dieron cuenta de que iban a tener una visita especial.
José Pin, encargado de un establecimiento en el que trabaja desde hace más de treinta años, se dio cuenta de que algo extraño estaba ocurriendo cuando «el miércoles por la tarde pusieron carteles de 'prohibido aparcar' delante del local. El jueves a las 10.45 ya estaban quitados los contenedores y a las 12.05 entraron en el restaurante tres policías con un perro asegurándose de que no había explosivos después de mirar las alcantarillas. Ahí nos quedó claro que iba a venir alguien muy importante», sonríe.
Noticia relacionada
Después llegó el jefe de Seguridad de la Casa Real, que «nos preguntó cómo íbamos a colocar las mesas y dejó caer que al Rey no le importaba estar cerca del 'público'. Lo situamos debajo del hórreo, un poco apartado pero a la vista de la gente, y al lado servimos una mesa para los escoltas. Uno, muy grande, estuvo siempre de pie viendo quién entraba y quién salía al comedor», recuerda José Pin.
Noticia relacionada
Cristina Del Río
Aunque podía haber entrado por la puerta del comedor y pasar mucho más desapercibido, el Rey prefirió acceder por el bar, a la vista de todo el mundo, pues «según nos comentaron antes de su llegada, le gusta ver a la gente y transmitir normalidad». Así fue. «Nos saludó a todos y cuando acabó la comida aceptó todas las fotos, tanto con el personal como con todos los clientes que se lo pidieron. Fue muy amable».
En la mesa se sirvieron de entrantes almejas a la sartén, tabla de quesos asturianos, longaniza de Avilés y pastel. Después, cada comensal pidió un plato y Felipe VI se decantó por un pixín a la espalda, rematando con una tarta de manzana. «Nos dijo que estaba muy rico, pero que a ver quién se movía el resto del día con todo lo que habían comido». Un día especial que ha hecho que «el teléfono suene más todavía».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.