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BORJA PINO
AVILÉS.
Miércoles, 26 de mayo 2021, 00:30
Si ya de por sí resulta difícil conseguir unanimidad de opiniones entre los miembros de cualquier colectivo humano, esa tarea se vuelve aún más compleja cuando el tema a tratar es de la envergadura de la proyectada reurbanización de la calle del Carmen, en ... El Pozón. La actuación, que comenzará antes de que finalice el año, con una duración estimada de ocho meses, ha dividido a vecinos y a propietarios de negocios. Y, aunque la mayoría aprecia las ventajas de la propuesta en materia de movilidad y estética, el futuro de las plazas de aparcamiento y de la fluidez del tráfico suscita serias dudas.
Precisamente es ese último punto el que la iniciativa municipal, que se financiará en un 80% con fondos europeos DUSI, pretende subsanar. Más allá de mejorar aceras y de modernizar redes de suministro y equipamientos, el foco se pondrá en el tramo de El Carmen que discurre desde el cruce con Bernardino Guardado hasta el Alto del Vidriero. En la actualidad, esa sección contempla ambos sentidos de marcha, pero en un espacio reducido, lo que obliga a que los vehículos estacionen parcialmente sobre la acera, igualmente angosta. Acabadas las obras, en el tramo solo se permitirá el tráfico ascendente.
Esa decisión supondrá que, desde el momento en que se reabra la calle, el trayecto de bajada desde La Luz hacia la calle Santa Apolonia solo podrá hacerse o recorriendo la calle Santa Cecilia entera, o desviándose en Bernardino Guardado para enlazar con el tramo de El Carmen que mantendrá el doble sentido. Y es precisamente ese hecho el que más inquietud suscita, tanto entre quienes tienen sus negocios en Bernardino Guardado, por el temor a que su pequeña calle se congestione, como entre los que transitan Santa Cecilia, por el probable atasco que se puede crear al mediodía, cuando los cientos de alumnos del cercano colegio Nuestra Señora del Buen Consejo abandonan el centro.
Liliana Flores, cuyo hijo asiste a dicho centro, forma parte de ese espectro de opinión que ve con escepticismo la oportunidad de la obra. Como tantos otros padres, ella acostumbra a estacionar su coche en doble fila en Santa Cecilia a la hora de la salida del colegio. En cambio, «si ahora todo el mundo baja de La Luz por aquí, aunque solo sea en el primer tramo, el lío que se puede organizar será guapo. Lo suyo habría sido ensanchar El Carmen».
«Aquí se va a montar un caos que nos va a perjudicar mucho», apuntan Francisco Peregrina y Cristina Fernández, propietarios de Talleres Peregrina e Hijos, en la calle Bernardino Guardado. Por la naturaleza de su negocio, ambos temen que el previsible mayor tránsito por su arteria dificulte las maniobras de entrada y salida de vehículos en sus instalaciones. «En El Carmen hay solo dos viviendas; aquí, muchas más. Al final, vamos a ser más los que suframos las consecuencias».
En el mismo gremio se gana la vida Iván Álvarez, al frente del Taller El Carmen, en el mismo tramo de esa calle en el que se producirá la eliminación del sentido descendente. Sin embargo, su opinión es diametralmente opuesta a la de Peregrina y Fernández. «Me parece muy bien, y ya era hora; la calle está muy vieja, y hacía falta», reconoce. Su única demanda es que «no nos quiten aparcamientos, ni accesos. Conque nos den más espacio, vale; camiones y autobuses se han dejado aquí los retrovisores, de lo estrecho que es».
No la pérdida, sino la regulación de las plazas de aparcamiento es la posibilidad en la que piensa Miguel Fuegos, vecino de El Pozón desde hace más de cinco décadas. «Espero que no nos pongan zona azul aquí; solo faltaría eso, después de los problemas que tenemos para circular y aparcar», esgrime. Aun así, se muestra razonablemente favorable a la actuación, pues afirma rotundamente, que llegar hasta el Alto del Vidriero ahora «es un dolor».
Menos condescendiente con la intervención se confiesa José García, dueño de la clínica veterinaria El Carmen. En su caso, el negocio que regenta se halla en el tramo que se extiende de Santa Apolonia a Bernardino Guardado, y que no verá su tráfico modificado. Quizá por ello declara que «hay otras prioridades en esta ciudad para gastar el dinero. Aquí no hay quejas: las aceras están bien, la carretera también, las farolas funcionan... La pega es que tenemos poco sitio para aparcar; que mejoren eso sí sería muy bueno».
Convertida en toda una institución del comercio minorista, Modas Javi es el feudo de Javier Majada quien, por tener su negocio justo frente a la intersección de El Carmen con Bernardino Guardado, se encuentra en el punto intermedio de la polémica. Y sus opiniones son igualmente equilibradas, a medio camino entre la inquietud por los posibles inconvenientes, pero el aplauso a las probables ventajas.
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«Para los pequeños comercios, tener la calle cerrada mucho tiempo mientras duren las obras puede disuadir a los clientes y crearnos problemas, sobre todo si pilla la Navidad», recalca. Con todo, su postura es mayoritariamente positiva, siempre y cuando «se respeten los ocho meses. Pero esta es una carretera de barrio, en una zona en la que hay mucha gente mayor. Que se mejoren las aceras y se evite que los conductores bajen demasiado rápido va a ser muy beneficioso para todos».
Ese sentir lo resume a la perfección Olga Fernández, residente en El Carmen. «Va a ser para bien. Ahora no pasa ni una silla de ruedas. Todos lo vamos a notar mucho, y a agradecer».
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