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Sábado, 4 de julio 2020, 01:21
El titular puede resultar hoy en día de lo más sorprendente, pero fue una realidad entre los años 1952 y 1953, precisamente en la época de mayor esplendor del Real Avilés. No en vano, en 1953 el equipo presidido por José Ramón González estuvo a punto de ascender a Primera División tras una emocionante y disputada liguilla de ascenso en la que tanto Deportivo de la Coruña como Celta de Vigo lograban retener sus puestos en la máxima categoría del fútbol español.
En aquella época, en la que no se disputaban tantos partidos como en la actualidad, era una práctica habitual en el Real Madrid y en la Selección Española de fútbol medirse a rivales pujantes en el fútbol nacional y el Real Avilés era precisamente de los más fuertes en Segunda División, ya que al hecho de captar buenos jugadores asturianos sumaba que acertaba con los fichajes foráneos. El buen hacer de la directiva, el impulso económico del presidente González y los numerosos socios del club avilesino permitía disponer de recursos y medios para conformar una plantilla de garantías.
El primer partido de preparación de campanillas fue el disputado el día 7 de septiembre de 1952 en el actual estadio Santiago Bernabéu, por entonces conocido por el nombre de Chamartín. Once entusiastas blanquiazules saltaron al mítico terreno de juego encabezados por el veterano Alfredo Llana, quien tuvo el honor de ejercer de capitán y saludar a su homónimo Miguel Muñoz sobre el centro del campo. Más de cuarenta mil espectadores presenciaron el partido desde las gradas del estadio y vieron como los blancos se las vieron y desearon para derrotar por tres goles a uno a los avilesinos, triunfo que llegaría en el segundo tiempo, ya que el Real Avilés logró llegar al descanso empatado a uno, gracias al gol logrado por Luis Sánchez.
En aquella histórica jornada el Real Avilés formó con Munárriz; Mantido I, Llana, Mantido II, Bermejo, Castejón; Riestra, Ernesto, Nando, Luis Sánchez y Linares. En el segundo tiempo el técnico Ricardo García -que fuera campeón de España amateur con los blanquiazules en 1940 - daría también entrada a Santinos, Quinín y Robledo. Por su parte, el Real Madrid presentó un equipo con jugadores ilustres como Julio Alonso; Gabriel Alonso, Oliva, Navarro; Miguel Muñoz, Montalvo; Olmedo, Roque Olsen, Pahíño, Luis Molowny y Cabrera. Y, posteriormente, Hon, Clemente, Zárraga, Cedrés, Arsuaga, Alvarito y Joseíto.
La ocasión fue aprovechada por el Real Avilés para estrechar lazos con el conjunto de la capital con una colaboración mutua, hasta el punto de que esa misma temporada Alvarito acabaría cedido y jugando en el Suárez Puerta y el prometedor Taranco hizo un año después el camino inverso hacia la capital de España.
El excelente nivel corroborado por el Real Avilés durante 1953 le valió igualmente para recibir una comunicación oficial de la Federación Española de Fútbol a fin de que se trasladase el 9 de marzo de 1953 al campo zaragozano de Torrero para ser el equipo preparador de la selección española en dicha ocasión.
La experiencia resultaría de los más gratificante y el resultado (6-0 en contra) fue lo de menos. España formó para la ocasión con Ramallets; Lesmes I y Lesmes II; Gonzalvo y Puchades; Miguel, Arteche, Venancio, Pasieguito y Seguí. Por parte avilesina lo hicieron Corrales; Rusiñol, González, Ernesto; Blas, Elizondo, San Emeterio, Fuentes, Moro, Granés y Pedrera.
Lo anecdótico del caso llegaría al inicio de la segunda parte, ya que el portero nacional, Ramallets, el histórico guardameta del Barcelona, se enfundaba la camiseta del Real Avilés para disputar con los blanquiazules los últimos 45 minutos. No sólo sería el único contacto con los internacionales españoles, ya que al regreso a Asturias les acompañaron en el mismo autobús los delanteros Arteche y Venancio, a quienes dejaron en Bilbao, ya que eran jugadores del Athletic.
Como consecuencia de este encuentro de preparación, la Federación Española de Fútbol citó a finales de enero de 1954 a la directiva del Real Avilés para entregarles en la sede nacional un banderín conmemorativo de dicho encuentro y en agradecimiento al club avilesino.
La premura de la carta dirigida para tal fin por el presidente federativo, Sancho Dávila, al máximo dirigente blanquiazul, José Ramón González, impidió a éste y al resto de los directivos desplazarse hasta Madrid, por lo que se telefoneó a Bernardo Menéndez, residente en la capital y habitual embajador futbolístico del Real Avilés, para que recibiera los honores, precisamente en un acto que sirvió para inaugurar el nuevo salón de actos de la Federación Española de Fútbol.
El Real Avilés se encontraba en esas mismas fechas en la preparación de los actos conmemorativos de las bodas de oro del fútbol en Avilés, que por entonces se hizo coincidir con el encuentro que el día 1 de mayo de 1904 se había disputado en el prado de Pachulín, si bien los primeros encuentros del fútbol en la villa ya se había celebrado un año antes.
Unas bodas de oro que sirvieron también de homenaje al principal artífice del nacimiento del balompié en nuestra ciudad como fue el recordado don Ramón Fernández-Arenas, más conocido como Ramón Ralla por su lugar de nacimiento en Corvera.
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