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BORJA PINO
AVILÉS.
Viernes, 17 de septiembre 2021, 01:50
No hay forma de prestigio social, no existe honor colectivo alguno que no se disfrute o se sufra acompañado de una vasta dosis de responsabilidad. Y, después de casi doce años al frente de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo González ... se puede preciar de conocer al dedillo esa lección. Desde 2009, el Patronato de la entidad revalida anualmente su confianza en su veterana e incansable directora. Y ayer, en un acto conjunto delAula de Cultura de 'La Voz de Avilés' y el Aula de Cultura de EL COMERCIO, compartió con el público algunos de los secretos que impelen su constante búsqueda de la excelencia.
En sus primeros compases, el coloquio con Mercedes de Soignié, coordinadora del Aula avilesina y presentadora del acto, sirvió para conocer algo más del plano personal de una mujer que, al terminar la carrera de Derecho y tras enfrentarse sin éxito a una oposición, tomó el camino de las organizaciones no lucrativas. «Cuando, por fin, reconocí que no había sido capaz de superar aquello, tuve claro que quería dedicarme a algo que me gustara muchísimo; quería ir a trabajar contenta cada día», admitió.
Fue tras esa catarsis cuando Sanjurjo se decantó por un terreno, el de las fundaciones, al que ha consagrado toda su trayectoria profesional. Para ella, el papel de tales organizaciones va más allá, como en el caso de la que dirige actualmente, de una mera entrega de premios. «Nuestra labor es ser agentes de cambio; es sensibilizar y poner en relieve cuestiones relevantes. Y, en nuestro caso, la razón de ser es ofrecer a la sociedad modelos, pues una sociedad se define por aquellos a los que admira».
En la búsqueda de tales referentes, el próximo 22 de octubre, de nuevo en el teatro Campoamor de Oviedo tras la ausencia del año pasado, tendrá lugar la cuadragésima gala de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Momento cumbre del esfuerzo de la Fundación durante todo el año,«nos preparamos desde agosto, al tiempo que se organiza la ceremonia de ese mismo año. Se actualizan las bases de datos, se verifican cargos y personas... Y, el lunes siguiente a la gala, se lanza la convocatoria».
Desde luego, la amenaza del coronavirus sigue presente, y son muchos los protocolos que tendrán que adaptarse. «Este año preferimos no llegar hasta los máximos, tener un margen de prudencia», admitió la directora ante De Soignié. Además, la pandemia ha sentado cátedra en varios aspectos que, hasta la fecha, la Fundación no había enfatizado lo suficiente, como el uso más amplio de los recursos digitales.
«En 2020 dimos un paso más decidido en esa dirección, y es una pauta que vamos a continuar», puntualizó. No obstante, Sanjurjo dejó claro que en ningún caso, presente o futuro, las acciones presenciales serán relegadas a un segundo plano. «Somos seres sociales, y eso aporta muchísimo en muchos sentidos, pero es verdad que la tecnología facilitará el acceso a los contenidos a personas que no se podrán desplazar a Asturias».
Por supuesto, la invitada solo es la cabeza visible de un amplio entramado humano que, de sus veintitrés integrantes usuales, asciende a más de doscientos durante las semanas previas a la ceremonia de entrega de los Premios Princesa de Asturias. Y a ese grupo dedicó no pocas palabras de elogio, enfatizando su profesionalidad y su compromiso.«Muchas veces siento que lo único que tengo que hacer es no estorbarles.Creo que esa es la labor de un directivo: dar confianza a su equipo, y facilitarles el trabajo».
Pero si hubo un colectivo sobre el que vertió agradecimientos y parabienes, ese es el de los premiados, la vasta legión de personas y colectivos que, este año, sumará ocho nombres más. «Son muy generosos, y salen de aquí completamente entusiasmados por el calor de una sociedad a la que nunca le daremos las gracias de suficiente manera», apuntó la directora de la Fundación.
Así, no faltaron en el coloquio ejemplos de la larga relación de anécdotas que atesora. Recordó a Annie Leibovitz y a Leonard Cohen,«especialmente cercanos». Y también al naturalista David Attenborough, premiado el mismo año en que Sanjurjo accedió, y con el que «los niños del colegio de La Corolla intercambiaron unas cartas preciosas, sobre el limonero que plantó en elJardín Botánico de Gijón».
Pero sus últimas palabras, antes de abandonar los estudios de CANAL 10 TV en Gijón, donde tuvo lugar el encuentro, fueron para la sociedad asturiana, española e internacional,«que espero que valore mucho nuestro esfuerzo».
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