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FERNANDO DEL BUSTO
MIERES.
Domingo, 25 de septiembre 2022, 00:53
Con la tinta del título de arquitecto aún fresca, Rogelio Ruiz (Mieres, 1965) ganó el concurso para la reforma de la plaza Hermanos Orbón. Era ... el inicio de una carrera profesional donde los mercados han sido una parte importante y que repasa a petición de LA VOZ DE AVILÉS.
-¿Por qué se presenta con veinticinco años al concurso de la reforma de la plaza?
-Había acabado la carrera en Valencia. Estaba en Valladolid haciendo un postgrado en arquitectura moderna y restauración. Empecé a dibujar y me presenté.
-¿Qué sucede cuando gana?
-Era mi primer proyecto y era una obra enorme. Así que busqué rodearme de los mejores. Había conocido a Macario González en un curso en Barcelona y lo contraté. Y luego hemos sido socios toda la vida. Ignacio Vallado fue el ingeniero de estructuras, siempre era muy cuidadoso con los detalles. Eduardo Bárcena fue el aparejador.
-¿La idea de sacar el tráfico estaba en las bases?
-No, fue una aportación mía. Incluso en los planos que presenté dibujé unas terrazas. Me parecía que los puestos exteriores eran un añadido bastante grosero al mercado. Así que los suprimí y concentré la actividad en el interior. Y así la parte exterior se podía disfrutar de verdad. En ese momento, en el exterior había vehículos aparcados, tráfico para el mercado y no era agradable. En la propuesta unifiqué todo el pavimento y generé esas terrazas. Decía que esa piedra era como una marea que llenaba todo.
-¿No suponía un cambio radical en el mercado?
-Históricamente, hay una primera etapa en la que Juan Morán de Lavandera hizo las piezas de los extremos, en el último cuarto del XIX. Luego, Javier Aguirre monta una estructura ligera sobre ellos. El resultado era un mercado muy oscuro y, al levantarla un metro, entraba luz y se podía ver todos los corredores de las viviendas. Propuse que en los extremos se pusiesen los puestos de flores porque, de esa manera, se veían plantas y luego entrabas en un mercado.
-Había puestos abiertos en el interior.
-Era un espacio más abierto para las zabarceras. Inicialmente iban a ser más altos, pero nos pidieron que los bajásemos. Así lo hicimos fue un acierto porque mejoró la visibilidad interior. En estos proyectos es muy importante hablar con los comerciantes, porque necesitas hacer un mercado vivo. Sin gente no tiene sentido.
-La obra no fue sencilla.
-Fue muy complicada. Tuvimos muchos problemas con el transformador eléctrico. Además, al cerrar el mercado, muchos comerciantes abrieron sus locales en otros lugares y luego no querían volver. Fue algo que aprendí para otras reformas, como en Mieres, cuando trabajamos cuando el mercado cerraba.
-Hubo quejas por el tamaño de los puestos.
-Depende del módulo que tuvieses. Los arquitectos queremos una uniformidad del espacio. La idea era dejar la maquinaria en la parte de atrás. Si tienes más actividad, deberías tener más de un módulo.
-También se habló de goteras. ¿Fue un problema de diseño o de la obra?
-Fue algo que me comentaron, pero no nos reclamaron nada. Los mercados tradicionales no estaban cerrados y lo mantuvimos. Las lamas de cristal de los laterales estaban abiertas para que ventilase. Aunque luego las cerraron.
-¿Y que pasó con el pavimento?
-Uno de los problemas de la integración de la obra con la ciudad, especialmente la ciudad antigua, es el material que escoges. Utilizamos piedra de Bonielles, que es la tradicional en los centros históricos asturianos. En obra controlamos la cantidad de arcilla que tenía para que no fuese frágil. No estuvo mal elegida. En los caños de San Francisco tienes granito, pero no es el material tradicional de los centros históricos.
-También había caídas.
-Creo que pusimos el acabado de corte de sierra, igual debería haber sido mayor. Pero no es algo que nos llegase.
-Cuando termina la obra, ¿qué relación tuvo con el espacio?
-La inauguración fue un día muy feliz para mí. Voy con frecuencia a Avilés y a veces voy a la plaza. No sé de quien es el proyecto actual ni quiero saberlo, aunque la capa naranja que pusieron en los laterales es una agresión a toda la belleza de los corredores de las viviendas. El otro día quedé horrorizado al entrar y vi lo que estaban haciendo. Di la vuelta y me propuse no volver a entrar.
-¿Por qué?
-Es volver a hacer una calle que ya hubo. Quiero que la plaza se entienda como un espacio patrimonial y haya un respeto en los materiales. Sé lo que me ha comentado cuando me llamó para la entrevista. No me parece adecuado que se meta pavimento de colores, pero Patrimonio ya autorizo esa capa naranja. Al final son personas.
-¿Qué hay que hacer para recuperar el mercado?
-Con la aparición del frigorífico, la actividad del mercado se rompió porque desapareció la servidumbre de tener que ir a comprar todos los días. Y los supermercados se acercaron a los consumidores que no tienen tiempo. El mercado tradicional es interesantísimo, pero las crisis y el ritmo de vida no ayuda. Todos los mercados tienen problemas graves para sobrevivir.
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