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Abierta, directa, buena conversadora y habitualmente discreta, Montse Arbesuk Busto (Avilés, 1963) ha decidido exponerse algo más. Nunca ha sido tímida y está acostumbrada a ... manejarse en todo tipo de situaciones, pero los focos no le resultan especialmente cómodos. Como a tantas otras personas. Sin embargo, cuando una de sus sobrinas le dijo que había estudiado Informática porque ella era ingeniera algo hizo 'click' en su mente porque nunca hasta entonces había pensado que fuera necesario plantear referentes a las nuevas generaciones porque ella no los tuvo y estudió Electrónica e Informática. Aunque, eso sí, su vocación frustrada es la Medicina.
Fue su madre la que la empujó a la Escuela de Aprendices. Cuarta de seis hermanas, los padres siempre quisieron que estudiaran, pero las criaron en la cultura del esfuerzo. Montse, como las demás, estudiaba de lunes a viernes y los fines de semana iba toda la familia a la casería del abuelo en Villa para cuchar o lo que fuera necesario. Mientras su padre se afanaba en su segundo trabajo, como ayudante en la mueblería de sus hermanos.
Montse siempre fue buena estudiante, pero cuando estaba en 2º de Bachillerato en el entonces instituto 'femenino' (hoy, Menéndez Pidal), su madre les dijo a ella y a la siguiente, Eva, que tenían que presentarse a las pruebas de la Escuela de Aprendices, de la que serían la última promoción, ya sin acceso directo a Ensidesa, como había ocurrido en promociones anteriores, cuando la compañía se había visto obligada a formar a sus propios trabajadores. Sólo entró Montse (para alegría de su hermana menor que deseaba ser peluquera) y eso, sin duda, le cambió la vida. Eran sólo tres jovencitas entre un centenar de hombres estudiando Mecánica y Electrónica. A ella le tocó (porque iba por nota), Electrónica.
La jornada diaria no era relajada. Por la mañana, de ocho a cuatro, iba a clase a la Escuela de Aprendices y, por la tarde, al instituto. Los fines de semana, a Villa. Al finalizar, se matriculó en Ingeniería Técnica, en la Universidad de Oviedo, y ya trabajando en Ensidesa sacaría Ingeniería Superior Industrial, por la rama Automática. Tras trabajar como profesora de Electrónica en los Fondos de Promoción de Empleo en el sector naval, entró en la siderúrgica, donde con menos de cuarenta años ya era directora de Informática de la compañía en Europa y, cuando su carrera tocó techo, la movieron a la gestión de la cadena de suministro y ha llegado a la dirección funcional de todos los 'customer services' de Europa.
Reconoce que trabaja sin descanso, pero también que siempre ha tenido mucha ayuda de compañeros y familia. En el plano profesional se ha sentido muy arropada y es su objetivo compartir con los demás su conocimiento, igual que otros lo hicieron con ella, porque, ante todo, quiere contribuir a que ArcelorMittal siga en la región.
Precisamente esta semana le han entregado el broche con el símbolo de la compañía por los 35 años trabajados. El próximo será a los 40 y asegura que lo tendrá. Mientras tanto, seguirá siendo uno de esas mujeres a las que hay que tener muy en cuenta.
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