Con 52 años cumplidos, Fertiberia Trasona se presenta en la actualidad con el vigor de un recién llegado al mundo empresarial. Durante muchos años, se encontraba en tierra de nadie en el listado de las empresas de la comarca. No podía entrar en el grupo ... de las cuatro grandes multinacionales, pero también superaba los parámetros de las pymes industriales.
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Esa situación se debe, en buena parte, a su evolución, a una historia que, durante algo más de medio siglo, ha igual de compleja y convulsa que el devenir de la economía española.
Aún no se llamaba Fertiberia cuando inició su actividad. Estamos en los años setenta del pasado siglo cuando la Empresa Nacional Siderúrgica (Ensidesa) decide aprovechar sus subproductos. Con los gases de las baterías de cok se iba a producir hidrógeno y con el nitrógeno del fraccionamiento de aire del proceso siderúrgico generar amoniaco. De esa manera, obtendrían la materia prima para los fertilizantes, recuerda el actual director, Jesús Alberto González.
Dentro de Ensidesa, la planta de fertilizantes era una 'rara avis'. «En Asturias tenemos poca cultura del fertilizante. Sabemos mucho del metal, del carbón, de la pesca, de la sidra; pero poco del fertilizante y de cómo actúa en la planta. Es normal, por nuestro territorio no tenemos grandes extensiones de terreno que fertilizar», reflexiona su actual director.
La singladura de la empresa en Ensidesa fue corta. A los cuatro años de su creación, el Instituto Nacional de Industria (INI) decidió unir todas sus fábricas de fertilizantes en una única empresa. Así nacía la Empresa Nacional de Fertilizantes: Enfersa, segundo nombre industrial de la planta de Trasona y primero propio. Con las instalaciones asturianas, incluyendo la planta de amoniaco que algún otro susto había dado a los vecinos de Valliniello, se sumaron las instalaciones de la Refinería de Petróleos de Escombreras (Repesa) y la Empresa Nacional Calvo Sotelo (Encaso).
Las buenas perspectivas de la nueva empresa se truncaron rápidamente. De esta manera, en los años ochenta, el INI se obligaba a iniciar una profunda reconversión de un sector que se encontraba atomizado y con grandes diferencias tecnológicas entre las diferentes compañías.
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empleos directos en la fábrica de Trasona, además de 250 indirectos
toneladas de fertilizantes se producen anualmente
toneladas de productos industriales salen de la fábrica de Trasona
De esta manera nació la empresa Fertilizante Español (FESA) con activos de diferentes compañías del sector dentro del grupo Ercros. En 1989, el INI vendía el ochenta por ciento de Enfersa a Ercos y nacía Fesa-Enfersa, tercer nombre para las instalaciones de Corvera.
Con FESA-Enfersa se constituía la mayor empresa de fertilizantes de España dentro de lo que se podía considerar uno de los primeros grupos industriales del país. Sin embargo, este proyecto también fue breve.
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Ercros vivía al inicio de la década de los noventa una fuerte crisis interna, paralela a las convulsiones que se vivían en España. Uno de sus socios de referencia, el grupo KIO, salía de la compañía que entraba en una de las mayores suspensiones de pago de la economía española hasta ese momento.
Así, en diciembre de 1992, Fesa-Enfersa se encontraba con una deuda de 703 millones de euros (117.000 millones de pesetas) y unas pérdidas anuales de 120 millones de euros (20.000 millones de pesetas).
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No fueron momentos fáciles para la plantilla, que llegó a estar seis meses sin cobrar las nóminas. Finalmente la crisis tuvo final feliz. Ercros lograba recuperar el pulso, aunque debía desprenderse de varias de sus empresas, entre ellas Fesa-Enfersa.
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Ésta era adquirida en 1993 por el Grupo Villar Mir, que inició un proceso de reorganización del sector de fertilizantes español. Dentro de él, en 1995 englobaba las sociedades rentables en Fertiberia, el nombre de una sociedad fundada en 1960 y que se convertiría en el emblema de la nueva compañía y la cuarta denominación de las instalaciones de Trasona.
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El proceso de reorganización se saldaba con cierres de plantas obsoletas en diferentes puntos de España. Trasona se veía beneficiada con inversiones para orientar su producción a los nitratos y abandonar los abonos complejos o NPK. La empresa reducía sustancialmente sus emisiones contaminantes y también incorporaba nuevas líneas como los productos industriales.
El último saltó se vivía hace dos años, cuando el fondo de inversión Triton Partners compraba Fertiberia al Grupo Villar Mir. Los nuevos accionistas inyectaban capital e iniciaban el proyecto para convertir a Fertiberia en el lider de los abonos verdes en Europa, siendo Trasona una de sus plantas de referencia. Es el futuro que aguarda.
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