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R. ARIAS
AVILÉS.
Domingo, 17 de marzo 2024, 01:00
Los alumnos del Enrique Alonso dispusieron principalmente libros sobre las mesas que ayer instalaron en el tramo de la calle de La Cámara frente a El Atrio, donde se celebró durante la mañana la segunda edición del mercadillo de escolares. Los del Carreño Miranda, sobre todo, ropa. La mayoría de los puestos tenían sin embargo una variada oferta conformada por prendas de vestir, complementos y juegos. Centenares de productos a la venta, unos donados por los propios alumnos y sus familias, y otros confeccionados a mano por ellos mismos, a bajos precios con un único objetivo: recaudar dinero para ayudarse a sufragar el viaje de fin de curso. Aunque, en realidad, el mercadillo sirvió también a los alumnos de los once centros participantes para poner en práctica algunas lecciones de economía y para soltarse a hablar y negociar con desconocidos.
Esto se le daba de cine a Alba Jiménez. «Nos han explicado técnicas de venta, pero es que a mi me va en la sangre», aseguraba esta alumna del Santa Tomás, muy dispuesta a atender a la numerosa clientela que ayer por la mañana se paseó entre los puestos, instalados en una zona muy concurrida, y a enseñarles los productos. Al final de la jornada terminó «un poco contenta» con el resultado de la caja, aunque hubiera deseado haber vendido algo más, no tanto de los productos de segunda mano que su centro ofrecía, sino sobre todo de la bisutería que habían hecho a mano ella misma y sus compañeros «en el tiempo libre, entre clase y clase y quitando muchos recreos». No obstante, la cosa no se acababa ayer, sino que lo que no fue comprado ayer lo venderán «en el colegio, en una convivencia», donde esperan poder recaudar algo más.
A los alumnos del Carreño les fue bastante bien con su puesto de ropa, y cuando apenas llevaban una hora ya contabilizaban bastantes billetes. La experiencia les gustó, al menos a Miguel Moreno, que se defendía tras el mostrador, y les sirvió para aprender a poner precios y a salir de su ‘zona de confort’ para atreverse a ser dependientes. Todo por viajes a lugares como Madrid, Barcelona o León.
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