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alberto santos
Lunes, 31 de diciembre 2018
«Eso ya lo decía Ponga». Lo decía, lo veía y casi siempre lo hacía. Manuel Ponga Santamarta, 'Manolo Ponga', tenía la cualidad de ser un adelantado a su tiempo, de ver las cosas antes que nadie y, gracias a los cargos institucionales que ocupó ( ... alcaldía de Avilés, delegación del Gobierno en Asturias y presidencia de la Autoridad Portuaria de Avilés, ahí es nada), intentar ponerlas en marcha. Su perspectiva de las necesidades que tenía Avilés en cada uno de los momentos claves que ha vivido la ciudad en los últimos cuarenta años era tan amplia que, tal y como han destacado quienes le conocieron, su huella está presente en cada esquina de la ciudad. En las cosas tangibles, pero también en intangibles que cambiaron en su día el imaginario colectivo de los avilesinos.
Ponga veía ya confluencias a finales de los años 70 cuando había que conformar aquella primera Corporación democrática en 1979. Y las conseguía para lograr la alcaldía con el apoyo de tres concejales del Partido Comunista tras arduas negociaciones con, entre otros, la exeurodiputada de Izquierda Unida Laura González, presente esta mañana en primer fila en el tanatorio para llorar su muerte y arropar a su familia.
Desde el gobierno de Avilés hasta 1988, Manuel Ponga fue capaz de adelantarse a la época, en especial en la adopción de medidas sociales que en aquellos incipientes años 80 parecían inimaginables. Entre ellas, puso en marcha los planes de erradicación del chabolismo, que ahora se ponen como ejemplo en las políticas sociales y de integración en toda España. Avilés ha sido protagonista de multitud de congresos sobre la materia y ha recibido el aplauso generalizado por sus buenas prácticas.
Hablar de aborto y de planificación familiar también era tabú en aquella joven e inmadura democracia. Ponga lo tuvo claro y con el impulso de la fuerza arrolladora que siempre ha imprimido a sus ideas Nelly Fernández Arias, convirtió al Ayuntamiento de Avilés en el primero del país en poner en marcha un Centro de Planificación Familiar del que no hace mucho (el pasado verano) aseguraba sentirse especialmente orgulloso en una entrevista concedida a este periódico.
En el año 1980 el Ayuntamiento de Avilés acordaba fundar una Escuela Municipal de Música, para que atendiera las necesidades y deseos de muchos avilesinos de poder acercarse al estudio, aprendizaje y práctica de la música. La Corporación que presidía Manuel Ponga ponía así las bases del actual Conservatorio de Música Julián Orbón, otra de las joyas de la corona de la ciudad. El espaldarazo llegaba en 1982 con la decisión de comprar el Palacio de Balsera, actual sede del centro musical.
Ponga era otro adelantado en el impulso del deporte en la ciudad. Primero puso los mimbres de la Fundación Deportiva Municipal y de las Escuelas Municipales que desembocaron, entre otras iniciativas de notable éxito nacional, en la creación del Club Avilés de Tenis de Mesa. El exacalde dejó esa tarea en manos de Álvaro Álvarez y del técnico Juan Carlos Paramá, que llevó a ese deporte a las cotas más altas a nivel nacional. Todavía resuena el eco de la ovación que recibió el pasado 3 de diciembre en la sala de Tenis de Mesa del Polideportivo de La Magdalena. En los años 80 Avilés disfrutó también de la edad dorada de otros deportes como el Villa de Avilés de balonmano, en la máxima categoría nacional.
Los tiempos difíciles de la reconversión industrial y del cierre de Ensidesa fueron complicados de gestionar desde las instituciones, pero Manuel Ponga lo tuvo claro desde un primer momento y puso al Ayuntamiento a disposición de los trabajadores para defender el empleo. No fue sencillo afrontar el desmantelamiento de la cabecera siderúrgica, pero aquello le sirvió después para afrontar como delegado del Gobierno crisis como la de la minería en Asturias. Antes de dejar Avilés sentó las bases del complicado saneamiento de una ría que había vivido medio siglo de espaldas a la ciudad y marcó el camino del cuidado y reforma de los parques, esos 'pulmones verdes' que ahora lucen a tiro de piedra de cualquier barrio por muy periférica que sea su ubicación. Entre ellos, el de su Pozón del alma, donde no ha dejado de vivir y granjearse el cariño de sus vecinos. Tanto que de ellos, de ciudadanos anónimos, nació una iniciativa reciente para ponerle su nombre al parque que había reformado. Pero la idea se fue al garete en cuanto la política entró en liza. Los votos contrarios del PP, Somos, IU, Ganemos y los dos concejales no adscritos tumbaron la propuesta en el Pleno municipal.
Nadie como Manuel Ponga entendía desde la Delegación del Gobierno las necesidades de Avilés. Entre 1988 y 1996 apoyó de forma decisiva proyectos de ciudad como la Variante, esa carretera que sacaba definitivamente los tráficos del centro de la ciudad, con lo que ello suponía para la calidad de vida y la contaminación en el casco urbano.
Manuel Ponga 'regresó' a Avilés en 1999 para presidir el Puerto hasta 2007. Entre sus logros, el impulso de la rula de Avilés como capital pesquera de Asturias y una de las referencias del norte, o sentar las bases de la construcción de muelles de carga y descarga en la margen derecha de la ría de Avilés. Pero desde el Puerto, Ponga no perdió nunca esa perspectiva de ciudad. Tanto que también fue un adelantado en creer que la ciudad debía dejar de dar la espalda a su ría. Se puso manos a la obra y el Puerto construyó el primer tramo del Paseo de la Ría, entre la vieja rula y el puente de San Sebastián, además de instalar pantalanes y dibujar estampas de barcos recreativos inimaginables hasta ese momento.
Ese primer Paseo de la Ría, jalonado con una escultura de referencia como es 'Avilés' de Benjamín Menéndez, supuso una inyección de autoestima en los avilesinos, devolvió la fachada marítima al lugar que se merecía y se convirtió en el embrión de una senda que remató después el Gobierno del Principado de Vicente Álvarez Areces con la retirada de lodos y ampliación del paseo en el cauce alto. Nunca un gesto como el del Puerto de Avilés había contribuido a una obra tan grande y agradecida por las miles de personas que recorren a diario esa senda.
Ponga dejó sus cargos institucionales en 2007, pero no abandonó la política. En los últimos años ha cumplido con sus convicciones socialistas como si de un joven recién llegado se tratase. Puntual como un reloj a cada reunión en la Casa del Pueblo, a cada asamblea, a cada foro en el que fuese requerida su presencia. Repartiendo consejos de política y de ciudadanía a jóvenes y adultos. Y siempre, eso sí, de la mano de su esposa Juana Mari, con la que aprovechaba el tiempo libre para ir al cine, participar en el Coro de Mayores de La Luz o devorar periódicos como hacía aquel chaval que se engullía en su juventud en el movimiento asociativo de Llaranes y El Pozón.
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