BORJA PINO
AVILÉS.
Martes, 25 de mayo 2021, 01:42
Si las actuales previsiones del Instituto Español de Oceanografía (IEO) se cumplen, a partir del próximo año la comunidad científica y el sector pesquero comenzarán comenzaran a abordar el plan de gestión de pesca con el objetivo de compaginar esta actividad económica con ... ña preservación del hábitat del cañón de Avilés . Y, con ese fin en mente, expertos del centro llevaron a término en sus aguas, entre el 22 de abril y el 4 de mayo, la fase final de la campaña EcoMarg 20-21, integrada en el proyecto comunitario de investigación InteMares, y que tiene por objeto recopilar toda la información posible del estado de dicho espacio, antes de sentarse a la mesa de negociación a partir de 2022.
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Como en campañas anteriores, fue el buque oceanográfico 'Ángeles Alvariño' el que protagonizó las operaciones en el sistema avilesino, concentrándose en el propio cañón que le da nombre, así como en el de El Corviro y La Gaviera. Durante esos días, los investigadores recogieron valiosos datos sobre el estado de las especies animales y vegetales. El punto culminante fue la colocación en La Gaviera de cuatro plataformas multiparamétricas, que serán retiradas en septiembre. A partir de ese momento, comenzará el análisis de los resultados.
Una vez concluya esa fase, el instituto tendrá de plazo hasta 2024 para realizar rondas consultivas tanto con la Dirección General de Pesca, como con los profesionales del gremio, a fin de encontrar un punto de equilibrio entre el cuidado de los hábitats y el desarrollo de la actividad pesquera. «Intentaremos, en lo posible, minimizar las consecuencias, pero en estos momentos hay una necesidad a nivel europeo de intentar que las pesquerías sean sostenibles», señala Francisco Sánchez Delgado, investigación del IEO y coordinador del InteMares.
Por el momento, los datos preliminares obtenidos durante EcoMarg deberían tranquilizar a los pescadores. Tal como Sánchez asegura, los fondos del sistema de cañones se encuentran «en un estado muy saludable», pues casi el 80% de su superficie carece de hábitats contemplados por Europa como susceptibles de ser protegidos. Solo en las áreas restantes, en las que pueden hallarse bosques de borgonias o arrecifes de aguas frías, podrían llegar a darse conflictos.
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«En general, son hábitats que están a más de seiscientos metros de profundidad, donde apenas hay pesquerías, lejos del alcance de las artes de pesca», detalla Sánchez. No obstante, en las excepciones podrían darse tensiones con flotas artesanales como las que operan el enmalle o el palangre. Son precisamente esas potenciales discordancias las que el estudio pretende aplacar, con datos científicos objetivos sobre la mesa.
De hecho, el programa InteMares, en el que Europa ha invertido ocho millones de euros, aspira a cambiar el paradigma de la gestión pesquera. En España, los científicos que en él trabajan están evaluando hasta diez espacios que podrían adquirir la denominación de Áreas Marinas Protegidas. «Hasta ahora, el control de la pesca se basaba en taxicuotas y vedas, pero no basta. No se pueden regular las pesquerías fuera del ecosistema del que forman parte», concluye Sánchez.
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