El edificio del Café Colón tiene actualmente una malla en la terraza. ARNALDO GARCÍA

El plan para el Café Colón prevé conservar «al cien por cien» las partes más emblemáticas

La propiedad del inmueble presenta al Consistorio un proyecto para reestructurar el interior y habilitar entre 20 y 28 apartamentos

RUTH ARIAS

AVILÉS.

Domingo, 11 de septiembre 2022, 01:45

El emblemático Café Colón ya ha dado un paso más en el camino hacia su recuperación. La propiedad ha presentado esta misma semana el proyecto de rehabilitación del edificio ante el Ayuntamiento. No obstante, será la Dirección General de Patrimonio la que tendrá que ... dar primero el visto bueno al plan que existe para este inmueble catalogado, considerado «ejemplo representativo de una tipología de interés», e incluido dentro del conjunto histórico de la plaza del mercado, declarado Bien de Interés Cultural.

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Ese proyecto pasa por mantener «al cien por cien» las partes más emblemáticas del edificio, es decir, la fachada con su terraza y sus características galerías en la esquina, que en realidad son un añadido realizado a mediados del siglo pasado, y las carpinterías de la planta baja, que deberán restaurarse y adecentarse.

Más allá de eso, la primera valoración del inmueble parece complicar la posibilidad de mantener mucho más. «El edificio lleva más de veinte años cerrado y tiene las patologías típicas», reconoce su propietario, Marcelino Álvarez, un empresario avilesino emigrado a México. Hay humedades, filtraciones, y las partes primigenias, de madera, presentan importantes daños. «Se había hecho un refuerzo estructural y está todo apuntalado para que no caiga, porque por dentro es una ruina», asegura el dueño del Colón.

La propiedad del inmueble valora realizar nuevas inversiones en Avilés

En México tiene negocios en distintos sectores, aunque uno de los principales es el de las gasolineras. En Avilés, su ciudad natal, sin embargo, la primera inversión de Marcelino Álvarez ha sido inmobiliaria. La transformación del Café Colón en un complejo de apartamentos turísticos con un establecimiento hostelero es una apuesta por un tipo de proyecto para que el empresario ha detectado una demanda. Por este motivo reconoce estar estudiando más inversiones de estas características en la ciudad. De producirse serían promociones de un tamaño similar al del Colón y en ubicaciones estratégicas dentro de la ciudad.

No es, sin embargo, el único sector en el que Álvarez está interesado, y en estudio tiene también otro proyecto, este de carácter industrial, en el que entraría con otros inversores mexicanos. Para ello asegura que estarán atentos a la evolución de la economía y a las oportunidades que se están presentando a través de los fondos europeos Next Generation. De momento, salvo el del Colón, no hay ningún proyecto confirmado y aún es pronto para poder hacerlo. Habrá que esperar a ver cómo se presenta el otoño y las perspectivas que se dibujan para el futuro.

Los arquitectos aún están analizando el estado del edificio original, que no es el actual. Cuando el Café Colón se construyó, entre los años 1873 y 1879, solo contaba con el bajo y dos plantas más, frente a los cinco niveles actuales. La ampliación se produjo en los años 50 del siglo XX, al igual que ocurrió con muchos otros edificios de la zona. Esta circunstancia, en principio, se reflejará en el exterior tras su rehabilitación mediante un uso diferenciado del color. La propuesta que se ha hecho a Patrimonio pasa por pintar la planta primera y la segunda, es decir, las primigenias, en un tono gris oscuro, mientras que la tercera y la cuarta, las añadidas, en un tono más claro dentro de la misma gama, «que se confundiría con el cielo nublado». Es decir, se busca dar un mayor realce a la parte histórica y constatar estéticamente la historia del inmueble. En el bajo, la idea es utilizar un color azul oscuro, que es el que aparece si se rasca la pintura actual que cubre las cerámicas de verde. «El Ayuntamiento será el que marque la gama de colores, pero esa es la propuesta que hacen los arquitectos», explica el empresario.

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La transformación

En el exterior, el cambio más significativo tiene que ver con la desaparición de un pequeño bajo comercial que existía en la parte colindante con el número 17 de la calle de La Muralla. Ese espacio pasará a ser el portal de acceso al edificio, que ganará en amplitud con respecto al actual.

En el interior, la cosa cambia, y su uso requiere de una intervención que va más allá de la mera rehabilitación porque «está todo caído e inservible», asegura su propietario. Su intención es convertir este antiguo edificio de viviendas que también albergó unas instalaciones de la Clínica Rozona, en un complejo de apartamentos turísticos para alquileres de corta y media estancia, que aún se están dimensionando pero que podrían ser entre veinte y veintiocho de superficies que oscilarían entre los cuarenta y los sesenta metros cuadrados. Tendrán «la máxima calificación» y «un diseño interior muy cuidado», incorporando además «las últimas tecnologías domóticas como asistente de voz y la gestión a distancia para el acceso a los apartamentos», explica. «También dispondrán de una iluminación y climatización inteligentes, una propuesta creciente en el sector, con clientes con demandas más ecológicas», añade.

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Habrá además un acuerdo con la propiedad del hotel Palacio de Avilés, afiliado de Meliá, para que los clientes de los apartamentos puedan utilizar tanto el aparcamiento como el centro de negocios y las salas de reuniones, además de la recepción 24 horas, en caso de que lo requieran.

El uso de la planta baja y el primer piso aún está en estudio, pero todo apunta a que se dedicará a una actividad hostelera, posiblemente un restaurante que ocuparían unos seiscientos metros cuadrados y que recuperaría con ello el uso de la terraza, todo un emblema de la ciudad. El propietario reconoce que «aún es demasiado pronto para decir lo que se va a implantar». De momento, «el objetivo prioritario de la actuación sobre este edificio es la puesta en marcha de la actividad turística», que será por donde se empiece a trabajar.

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Eso, no obstante, no será de inmediato. Los responsables del proyecto calculan que se tardará «alrededor de un año» en culminar la tramitación urbanística, que depende en primera instancia de la Consejería de Cultura y luego del propio Ayuntamiento. «El proyecto tendrá que pasar un proceso de información pública y nos gustaría que todo fuera lo más ágil posible», piden.

A pesar de esta tramitación, los primeros cambios comenzarán a verse ya la próxima semana, ya que se acometerán algunas labores de limpieza y adecentamiento. Lo primero será tapar las ventanas del bajo para evitar la acumulación de basura que viene siendo habitual, así como asegurar el ornato de la fachada, para lo que ya se ha presentado la pertinente licencia. Luego la intención es hacer «una intervención conjunta» del interior y el exterior del edificio. Antes habrá que hacer sondeos para determinar la humedad del inmueble, y ya se cree que será necesario sustituir la cubierta

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«Estoy enamorado de este edificio», confiesa Marcelino Álvarez, que adquirió el Colón el pasado mes de marzo en una operación que, en realidad, llevaba gestándose ya desde algunos meses atrás.

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