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J. F. GALÁN
AVILÉS.
Viernes, 13 de julio 2018, 02:22
El optimismo que en los compases iniciales de la costera del bonito insuflaba la gran cantidad de pescado y su cercanía a la costa ha dado paso a la incertidumbre ante el temor a un cierre prematuro de la pesquería por agotamiento de cuota. Fuentes ... solventes de la flota que vende sus capturas en Avilés indican que cuando ha transcurrido poco más de un mes desde la primera subasta ya se habría superado el 40% del total, ritmo que en el caso de mantenerse «podría llevar a que a mediados de agosto el Ministerio decretase el cierre de la costera». Y dada la proximidad del pescado y el elevado número de barcos y lanchas que faenan al bonito, todo indica a que lejos de decrecer el ritmo de capturas se incrementará de forma notable en los próximos días.
La flota con base en Avilés responsabiliza directamente de la situación a los 'tanqueros', barcos que aunque faenan con una arte considerado artesanal, mediante varas y cebo vivo, son capaces de capturar grandes cantidades, por encima de 40.000 kilos en dos o tres días, el tiempo máximo en el que el cebo se mantiene vivo a bordo. Es más del doble de la capacidad de los barcos que tras mareas más largas venden sus capturas en Avilés, entre los que no figura ningún tanquero. La inmensa mayoría del bonito que se subasta en la lonja se pesca al curricán (cacea), un método muy selectivo que asegura la mejor conservación del pescado, si bien ambas artes comparten una misma cuota.
Ante las dificultades que presentan mantener cebo vivo a bordo durante varios días los barcos de tanqueo acostumbran a incorporarse a la costera cuando el bonito ya se encuentra bien metido en el Golfo de Vizcaya, situación que este año se ha dado con bastante antelación a lo habitual. De ahí la preocupación de la flota que vende el bonito en Avilés, que observa con impotencia como en los últimos días se han sucedido en los puertos del litoral cantábrico grandes descargas de bonito por parte de este tipo de barcos, con la consiguiente caída precios.
Luego están los que faenan al arrastre pelágico, la mayoría franceses e irlandeses. Pescan al por mayor, con cuota propia y, al menos en teoría, no pueden vender sus capturas en España, extremo que no siempre se cumple.
Habitualmente la costera del bonito se prolonga hasta finales de octubre. Incluso en algunos años ha habido subastas en noviembre, si bien hay precedentes de cierres más tempranos. En 2016, el Ministerio la decretó de la noche a la mañana a partir del 26 de septiembre a la vista de que la cuota estaba próxima a agotarse, decisión que levantó airadas protestas entre la flota pese a que posteriormente la pesquería se reabriría unos días.
Al margen del posible agotamiento de la cuota, la costera mantiene su ritmo en Avilés. Las subastas se suceden a diario, la mayor de ellas el lunes, unos 80.000 kilos. Ayer seis barcos cántabros, vascos y asturianos vendieron otros 41.000 y para hoy viernes se anuncian otros 33.000 por parte de diez. Estas capturas elevan a unos 325.000 kilos la cantidad de bonito subastado en Avilés en lo que va de costera, notablemente superior a la registrada otros años en estas mismas fechas. Eso sí, el precio se resiente. El más caro se pagó ayer a 4,98 euros el kilo, y el medio se situó en 3,71.
Al margen del bonito, las descargas de merluza procedente de los caladeros mantienen su ritmo habitual, a razón de unos tres días a la semana. Ayer se subastaron 19.000 kilos a un precio máximo de 3,2 euros, 2,4 de media.
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